martes, 19 de enero de 2010

Etapa 1: de Los Arcos a Viana

Abro un ojo como quien no quiere la cosa, y no hay movimiento. Sigo durmiendo. Lo vuelvo a abrir y ya faltaban dos peregrinos que habían dormido conmigo en mi habitación de dos literas con ligero olor a humanidad. Ya me levanto. Lo primero, al baño!! Al haber sólo dos baños (uno de chicos y uno de chicas) donde sólo cabía una persona, lo primero que pienso es "¡¡vamos a mear antes de que se forme cola!!" jaja.

Una vez evacuada la vejiga, lo siguiente era comprobar que las botas estaban secas. Habíamos metido prácticamente todos los peregrinos hojas de periódico e higiénico con forma de bola dentro, para que estas absorbieran la humedad el día anterior. ¡¡¡Funcionó!!! Cuando terminé de vestirme y salí de la habitación, ahí estaba la cola del baño, jajaja, ni más ni menos que 7 personas esperando, jaja. Y con las chicas, más de lo mismo, pero más de 10 personas esperando.

Lo primero, desayunar fuerte. Luego, llenarme de ánimo y mirar al cielo. ¡¡Menudo día nos espera!! Nublado con pinta de lluvia. "¡¡Logroño!! ¡¡¡Allá vamos!!!" pienso. Terminaré de cruzar Los Arcos pisando el cesped lo máximo posible e intentando evitar el asfalto, por llevar las botas puestas. El camino lo seguiré haciendo por uno de gravilla entre terrenos de cultivo, a la espera de la desgraciada lluvia a la que poco a poco me voy aproximando. Para hacer que el mayor número de pueblos se beneficien de los peregrinos, el Camino a Santiago será modificado para atravesar estos núcleos, por lo que discurriremos tanto por Camino de gravilla, como por el margen izquierdo de una carretera comarcal.

Atravesaré Sansol y Torres del Río pensando en evitar al máximo la lluvia. Torres tendrá un trayecto empinado, y un aspecto de abandonado. A este término sí que le vendría bien las ayudas del Camino de Santiago para la restauración y habitabilidad del mismo. Gallos y gallinas en libertad, y el cementerio del pueblo se despiden de mi según voy saliendo del pueblo, y nuevos terrenos de cultivo me animan a seguir para adelante.

Empieza a llover... Se podría decir que seguimos el cauce de la carretera NA-1110, cruzándola de vez en cuando, entrando en terrenos más áridos, subiendo y bajando pequeñas colinas. Molesto por las malditas ampollas, continúo caminando viendo como otros peregrinos optan por seguir el curso de la carretera pese a que el Camino no discurre por ahí. Si los días anteriores yo era el que adelantaba a las personas, este día les tocaba a los jubilados extranjeros adelantarme. "Good Camino!!"

Creo recordar que es aproximádamente por aquí donde se me explota una ampolla, por lo que duele una barbaridad. Era una nueva que me había salido justo debajo de la que ya tenía atravesada por un hilo. La gente que las ha padecido sabe que cuando tienes una que te duele, tiendes a apoyar de diferente forma el pie, buscando el menor dolor posible al apoyar el pie. Aún me quedaba un largo trayecto hasta Logroño, y dado que no había ningún pueblo donde poder curarme la ampolla, continuo andando, bajo la lluvia, deseando encontrar cobijo y hacer un descanso en el Camino.

De repente, ¡¡un apretón!! Yo que soy persona bastante estreñida puedo tirarme tres-cuatro días sin necesitar defecar. Y tenía que ser ése el momento en el que bajo un calabobos tenía que llamar la naturaleza a mi puerta. No me lo pensé dos veces; busqué una zona donde ningún peregrino pudiera verme (algo imposible en el tramo donde andaba) y tuvo que ser detrás de un seto donde soltase semejante magnitud. Luego me di cuenta por la cantidad de papel higiénico en el suelo, de que estaba en el 'baño de los peregrinos', jajaja. Desde el Camino, se podía ver perfectamente a la gente en el 'baño'; el seto tapaba sólo medio cuerpo, jajaja.

Continuando Camino y separandome un poco de la NA-1110, me topo con un barranco que tendría que descender, tardando en bajarlo una eternidad. Descenso, con lluvia, cogeando, con ampollas en ambos pies... cualquier imprevisto a añadir hubiera sido un mal trago para terminar este viaje, por lo que me tomo mi tiempo, y muy despacito voy sorteando los desniveles.

Si hasta aquí hemos bajado, ahora toca ascender un poco para volver a descender en el Camino. Con un calabobos constante continuaremos al lado de la carretera comarcal NA-1110, yendo entre setos, pisando charcos, buscando la mejor forma de apoyar el pie... voy divisando Viana. "¡¡Ánimo Antonio!! ¡¡En Viana terminas hoy!! ¡¡Ánimo, ya no queda ná!!" me voy diciendo, jaja.

Viana me recibe con futuras urbanizaciones en construcción, tal y como lo hizo en su día Azuqueca de Henares a los madrileños que querían vivir en el primer pueblo a las afueras de la Capital, dado que Viana es el último pueblo de Navarra, a nada o menos de Logroño. Y poco a poco me voy adentrando en el casco histórico del pueblo, lleno de sucursales bancarias, bares y restaurantes, todos repletos de personas tanto del pueblo como de Logroño y peregrinos.

Justo en la plaza de la Iglesia nos encontraremos el Centro Turístico de Atención al Peregrino de Viana, abierto dado que eran las 13:30h y cerraban en media hora. Entré y solicité saber cómo llegar a Logroño en autobús. Mis pies me impedían continuar a pie. La mujer que atendía el establecimiento me dijo que el próximo autobús interurbano que iba a Logroño pasaba a las 16:30, lo que me daría 3h para pasar en Viana y descansar en la parada. Y así vino a ser. Dejo unas fotografías de la Plaza de Viana para disfrute:

Tras 20 minutos haciendo fotos, comí y de ahí a esperar al autobús, momento en el cual pude ver cómo la lluvia caía sobre Logroño.

La espera se me hizo eterna (luego nos quejamos los madrileños de nuestro transporte público. Nada mejor que conocer qué es lo que hay en otras partes para darnos cuenta de que efectivamente, tenemos el mejor transporte público del mundo). Cuando por fin llegó el autobús, me di cuenta de que estaba en el lado equivocado de la calle, y tuvo que ser un lugareño el que me avisase de ello, dado que en donde estaba había una señalización de parada de autobús, pero sólo la señalización, ni recorrido ni nada. Y en frente no había nada; la parada era un paso de peatones.

No puedo decir cuánto costaba el trayecto porque no le funcionaba la máquina registradora al autobús, por lo que el trayecto me salió gratis. 15 minutos más tarde estaría en la estación de autobuses de Logroño, donde tuve que preguntar por el Albergue para ir a dormir. Lo cierto es que tenía y pude haberme quedado en el de Viana, para continuar al día siguiente los pocos quilómetros que me quedasen hasta Logroño, pero tenía tan mal el pie, que lo único que quería al día siguiente era volver a Madrid, sin caminar, y tal vez ver ése pueblo que Matías me había comentado.

En la Estación de Autobuses me indicaron cómo llegar al Albergue, y cuando llegué había haciendo cola 3 personas que formaban parte de una familia de 8 integrantes, los cuales se tuvieron que dividir por no haber más camas. Estos serían los famosos turiperegrinos de los que ya hablaremos en el futuro. Cuando me llegó mi turno le expuse al hospitalero mi caso, pero no aceptaban a más gente, ni en el suelo que es lo que yo le estaba solicitando, ni en ninguna parte del Albergue. Sin mediar más palabra, el hospitalero me comentó que todo el alojamiento privado estaba ocupado (habían llamado ya otros peregrinos confirmando ésta acción) por lo que nos advirtió a mi y a la gente que no paraba de llegar de Viana que no nos preocupásemos, que en torno a las 19h nos abrirían las puertas de un albergue parroquial que abren siempre que no dan abasto en el albergue municipal, y así fue.

Este estaría en el mismo Camino, 200m más allá. Cuando fuimos nos fue explicando el cura al cargo que no disponían de camas, pero sí de colchonetas que podíamos utilizar para amortiguar el suelo, y que disponíamos de toda la cocina que él y otros curas utilizaban, así como de la comida que había en la despensa y en la nevera. Luego nos comentaron que si al día siguiente el albergue parroquial había sido de nuestro agrado, aceptaban donativos a depositar en una urna justo a la salida.

Una vez instalado, regresé al Albergue Municipal a ver si había llegado alguna de las personas con las que había compartido viaje. Tuve la suerte de encontrarme con Pepe, el cual me comentó que iban a ir a la Calle Laurel, también conocida como la del Elefante por lo trompa que terminas si te la recorres entera desde el primer bar hasta el último en una noche dada. Junto con él y un grupo de extranjeros me uniría a cenar de tapas, sabiendo que para las 22h habría que estar en los albergues. En total 6 tapas compartidas con 2 vinitos por 5eur/persona, tirao!!

De vuelta al albergue parroquial, y tras despedirme de Pepe y desearle suerte en el resto del Camino, me encontré con que la gente había hecho uso de la comida de los curas y de la propia que ellos mismos habían portado durante el camino, y allí seguían, contándose anécdotas entre risas y dolores. Yo que estaba muerto y jodido, me fui a dormir.

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