A la mañana siguiente y durante el desayuno los roncadores comentaban que ellos eran conscientes de que roncaban fuerte, y por ello habían solicitado dormir en habitaciones apartadas del resto de peregrinos, pero que no podía ser. Así pues 'nos teníamos que aguantar'. Al menos los Castizos eran conscientes del problema que generaban.
Una vez terminado de luchar por meter el saco de dormir en la funda, inicié viaje. Pensaréis que soy un exagerado al decir lo de la 'lucha' por meter el saco en la funda. Lo cierto es que no lo soy para nada. Creo que desde que compré el saco de dormir en el Decathlón, sólo lo he podido meter correctamente en la funda tres veces. De hecho, he ido de nuevo al Decathlón para ver si me vendían fundas más grandes, pero qué va, ¡¡no tienen!! El chaval que me atendió me dijo que tenían un artilugio que sacaba el aire de los sacos de dormir, lo cual me pareció todo un acierto, pero tras contarme cómo funcionaba el asunto terminaría siendo 'un timo' de artículo.






... hasta que... ¡¡¡TRRRRUMMMM!!! ¡¡¡Rayos y centellas!!! ¡¡¡Se pone a diluviar!!! Un poquito de agua no molesta que es lo que habíamos soportado hasta los viñedos. Tras un breve espacio de tiempo donde no caía ni una gota, descargó con fuerza. Cuando vas empapado en tu sudor por dentro, y vas empapado por fuera, más que las gotitas de agua fría se intentan juntar con las de sudor de dentro, lo pasas un poco mal. Si fuera la típica tormenta de verano, duraría como mucho unos minutos, pero ésta duró 2h. Seguramente sólo lo hiciese una, pero a mi se me hizo eterno. Sinceramente, me cagué en Dios varias veces. A parte, notaba como mis pies arrugados por el sudor empezaban a hacer estragos. El desear ver Los Arcos ya al final del Camino me llenaba de fuerza, pero cuando ya pensaba que estaría detrás de la siguiente colina, un camino interminable con campos de cultivo a los lados te recibían. Eso me llegó a pasar 4 veces. Gente totalmente desubicada, harta de la lluvia y de caminar acampaba por los laterales del Camino. "Good Camino!!" Creo que puedo decir que no hay nada peor que Caminar bajo una lluvia intensa. El Camino se hace eterno, y estás deseando terminar. Aquí entra en juego Juno (se lee Yun), Pepe para los amigos.


Todo peregrino debiera de saber que 'los Hospitaleros, personas que atienden los albergues municipales o parroquiales, no cobran un duro', son voluntarios, y por ello 'no tenemos derecho a exigir nada'. Lo dice en nuestra compostela (la cartulina donde sellamos los albergues). Sin embargo, todo peregrino sabe que el Camino es un negocio y poca gente se cree que los Hospitaleros hacen esto por gusto; por ello y porque por pasar una noche en una litera sin sábanas, metida en una habitación con más gente, a reventar el albergue de gente, al cobrarnos una cantidad de dinero (en éste albergue creo que fueron 5eur), hubo gente que pensaba que sí teníamos derecho no a exigir, pero sí a ser tratados como personas, y por ello solicitar que qué menos que encendieran la calefacción para que nuestras prendas estuvieran secas para el día siguiente, así como nuestras botas. Los Hospitaleros de este sitio se pusieron burros y aunque no entendían ni papa de español, hubo una persona que les dijo en inglés que quería el libro de reclamaciones si no encendían la calefacción. Los Hospitaleros, visto el asunto, encendieron la calefacción.
Joder macho, a ver... 40 personas en un albergue, a 5 euros por persona, 200 euros por noche, y son incapaces de tratarnos como a personas, y encender voluntariamente la calefacción. Lo dicho, un sabor agrio. Además, este era el único albergue que sólo contaba con lavadero, no con lavadora ni con secadora, por lo que cogí mis prendas imprescindibles para utilizar al día siguiente, y me fui al albergue privado. Como todos somos peregrinos, allí me encontré y pasé tarde con la pareja catalana (Toñi y su marido). Estos me dijeron que ellos sabían cómo era el albergue municipal de otra vez que habían hecho el Camino, y por eso se quedaron en el privado. ¿Como era el privado? Lo dicho, regentado por austríacos, creo que costaba 9 euros, tenía lavadora y secadora de pago, las habitaciones tambien eran de 3-4 literas y cálidas, digamos que en el salón había sillas, sillones, bancos para todo el mundo, libros para leer gratuitos, juegos de mesa, música... realmente lo que todo buen peregrino cansado y empapado le gustaría recibir. Allí lavé y sequé mi ropa, y luego volví a mi albergue. Decir que lo que hice 'fue pecado' pero no me pillaron. Una pareja que vino 30min después de mi intentó hacer lo mismo. Les salió rana porque fueron directamente a la lavadora, sin mediar palabra con nadie. Les dije que me dieran su ropa y que yo se la metía, pero los austríacos al verlo, lo impidieron. Yo ya me callé y dije, "lo siento", no fuera a ser que también me pillasen a mi por gilipollas. Una vez seco todo, me fui al municipal sigilosamente.
En el pueblo además sólo había una tienda abierta. No recuerdo si habían más. Me gustó el sitio, tenía dulces caseros (jejeje) y todo lo que un Peregrino necesita para alimentarse. Lo importante es que la mujer que me atendió era bastante simpática, y lamentó lo que escuchaba de los peregrinos que estaban en el municipal, agregando que 'los guiris' del municipal no decían a los peregrinos que su tienda estaba abierta al que se lo solicitase porque una vez ya fueron a decirla que si les aportaba dinero o alimentos, le harían publicidad. Al negarse ella al asunto, 'la tacharon de la lista'. Vamos, tremendo lo de los Hospitaleros de Los Arcos. Lo digo alto y claro... TREMENDO LO DE LOS HOSPITALEROS DE LOS ARCOS. Y esta mujer me vino a decir que su tienda subsiste de los Peregrinos, que por ello ahí estaba, abierta una tarde de un Viernes Santo, lo cual lamenté por ella pero agradecí por mi.

Vuelvo a salir a dar una vuelta. Los Arcos va a hacer procesión y no me la quiero perder. Suponiendo que los que llevan a los Cristos a cuestas van a salir por la parte trasera de la Iglesia, me dirijo hacia allá, bordeando un bar repleto de personas. Justo en ese momento la mujer de Matías me reconoce, que junto a su marido me invitan a entrar y tomar un vinito con ellos. Nos ponemos a hablar del Camino, de anécdotas, del estado de salud de ella (con respecto de su operación y posibles molestias), de Ruth, y les invito a otra ronda. Al solicitar al camarero los vinos, cuando me los sirve le digo "¡¡gracias!!", a lo que se sorprende y me dice "tú no eres del pueblo, ¿verdad?", y le respondo: "no, soy de Madrid." Me quedé perplejo, jajajajaja, nadie les debe de dar las gracias cuando les sirven. Matías que también escuchó el asunto me pregunta sobre mi formación, dándonos cuenta de que pese a la diferencia de edad entre ambos y la diferencia de residencia, habíamos estudiado en el mismo colegio, la SAFA (la Sagrada Familia de Sigüenza), contándonos anécdotas sobre el afán de abofetear de los curas que él también tuvo. En este momento me cuentan que ellos ya llegan a Logroño al día siguiente, que es donde viven, y que si el domingo sigo por la zona y quiero conocer un pueblo que seguro me encantará, que me llevan a conocerlo. Acepto su invitación e intercambiamos móviles. Una vez terminados los vinitos, ellos se van a un albergue privado, y yo me dirijo a la procesión.
Dejo unas fotos de Los Arcos para disfrute, y comento que pude meterme en la Iglesia principal, enorme, rica en arquitectura, con un claustro muy chulo, y dadas las fiestas de Semana Santa, muestro también alguna de la procesión:














Como último apunte, decir que aquí ya tenía ampollas, una en cada dedo meñique. Las atravesé con una aguja, me puse betadine, y a dejarlas secar.
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