lunes, 18 de enero de 2010

Etapa 1: de Pamplona a Puente la Reina

¡¡A quien madruga, Dios le ayuda!! ¡¡Nuevo día de levantarnos tempranito!! Esta vez pasé mala noche por no poder dormir pero por estar demasiado despierto, jajaja. Entre las cañitas de chocolate, y que Terremoto Zaida me dió a probar también algo con chocolate, a las 3:30h estaba con los ojos bien abiertos, jajaja, momento en el que me dispuse a dar vueltas por el albergue, a subir al baño varias veces, a descubrir dónde estaba la cocina (muy bien acondicionada por cierto), a contar obejitas... pero desde luego, a lo que me dió tiempo fue... a vengarme de Ruth, jajajaja.

6:30 de la mañana. Suenan los móviles. "¡¡¡Vamos Ruth!!! ¡¡¡Levanta, jajaja, que hay que irse!!!". Mientras nos vamos preparando le voy contando a ella y a la parjita de la litera de al lado (naturales de Zaragoza) la nochecita que he pasado, y dejo caer que le he gastado una broma a Ruth. En ese momento y rebuscando en su mochila descubre que su mochila está empapada, y me pregunta: "Antonio, ¿no habrás sido tú?" y le respondo: "no, eso no es una broma, es una putada." Termina dándose cuenta que cerró mal la cantimplora y esta volcó, derramándose; Lo dicho, una putada. Lo curioso es que el día de antes me había contado una historia donde teníamos que tener cuidado con las cantimploras porque no siempre cerraban bien, quedándose un poco abiertas y derramar su contenido. Toda una casualidad.



Comenzamos Camino. Cruzamos todo el centro de Pamplona, calles peatonales llenas de historia y recovecos, arte, esculturas y detalles que van haciendo al Peregrino tomar parte de un Camino que lleva a Santiago, unido con la restauración de edificios, modernización de sus calles, y todo el operativo existente en una gran ciudad que empieza a cobrar vida a tempranas horas de la mañana.

El Camino siempre estará muy bien señalizado en todas partes, y en caso de haber símbolo de duda, cualquier pamplonico será capaz de ayudar al peregrino a la hora de saber por dónde continúa el Camino. Flechas amarillas, conchas amarillas, o conchas de bronce en el suelo serán nuestras señales a seguir. Con nuestras botas puestas cruzamos la ciudad, pero todo buen peregrino sabe que a elegir entre el cesped de un parque y un camino asfaltado, optaremos por pisar el cesped si el peregrino lleva sus botas puestas. Si lleva zapatillas de deporte, cualquier opción será elegida.

Salir de Pamplona es chocar directamente con la Universidad y acto seguido, con prados verdes. ¡¡Adios Pamplona!!

¡¡Nos dirigimos al Alto Perdón!! Muy alto para unos, chulo para otros incluido yo, y rentable para EHN (compañía eléctrica) por la población de molinos eólicos. Mientras nos acercamos, cruzamos extensos terrenos de cultivo, sendas arbustadas, y sendas libres de todo tipo de vegetación. Aproximádamente el día estaría en unos 12º de temperatura donde nuestro cuerpo genera ya todo el calor necesario como para no tener frío.

Ruth ya un poco fatigada, tal vez por no haber hecho nunca senderismo durante 4 días seguidos a razón de entre 20-25km diarios, necesitaba ir un poco más despacio. De aquí nace la frase que me dice Jordi: "En el Camino, cada uno sigue su Camino", y cuánta razón tenía. Puedes ir en compañía de tus familiares, de tus amigos, de desconocidos, pero cada uno tendrá un ritmo, y en el Camino no hay prisas, lo importante es llegar, qué más dá cuando. Yo en cambio, fuerte como un toro, necesitaba tener momentos explosivos de concentración y andar algo más rápido. Sin separarme en ningún momento demasiado de Ruth, los tenía. Y a día de hoy, en mis salidas con el grupo de Senderismo, todavía siento que necesito tenerlos, y los tengo.

Unas fotos para disfrute del ascenso al Alto Perdón:

Esta última foto me encanta, porque se puede ver la magnitud de un molino de viento. Si os fijáis, a los pies del molino hay unos puntos de colores: rojo, azul, amarillo, verde, blanco... No son defectos de la fotografía. Son personas subiendo al Alto Perdón.

¡¡Lo conseguimos!! ¡¡Ya estamos arriba!! Pero todavía no hemos llegado a Puente la Reina, no hemos más que empezar el día, y por ello, manzana y navaja en mano, y una naranja en espera, nos disponemos a hidratarnos y comernos las piezas de fruta, y ¡¡a seguir!! Hemos subido al Alto Perdón. Ahora toca bajarlo por la otra cara. ¡¡Aguanta Ruth!! ¡¡Sólo 10.8km más... y llegaremos a Puente la Reina!!

Pffff, como diría Néstor, ¡¡¡los últimos 10.8km del diablo!!! jajajaja. Un solazo radiante que no hacía más que apretar, más nuestro propio calor generado, empapaditos en nuestro sudor, dejándonos caer algo de agua por la cabeza sin derrochar demasiada por quedarnos poca, sin notar ni una brisa de aire chocar contra nuestra cara, seguimos camino acompañados de catalanes en su mayoría, formando piña. La subida al Alto Perdón nos ha costado y lo hemos conseguido, pero nos ha dejado casi sin fuerzas. A parte, seguimos atravesando campos de cultivo con cero sombras en el Camino. Cada vez más cansados, seguimos caminando. Para quien no puede continuar, se va quedando en los albergues del Camino. ¿Nuestra intención? Puente la Reina. ¡¡¡Ánimo chicos!!! ¡¡¡Ya queda menos!!!

En busca de un bar donde tomar algo o una fuente de pueblo con agua potable donde refrescarnos, atravesamos Uterga, el primer pueblo tras el Alto Perdón donde a sus afueras en dirección al siguiente pueblo encontramos un chalecito reconvertido a hostal con bar, y un montón de mesas en su jardín, a reventar de peregrinos. Lugar obligado de STOP, paramos. ¿Qué comemos? Pues con las fuerzas bien bajas y unos apetitosos bocadillos en las manos de la gente, yo no me lo pienso dos veces: 2 bocadillos de media barra!!! jajajaja, uno de tortilla y otro de lomo con pimientos. hmmmmmmmmmmmm... Aquí estaban Matías y su mujer (pareja de Logroño), Toñi y su marido (pareja catalana), Jordi, la parejita maña, Terremoto Zaida a punto de aparecer... disfrutando de una, o dos, o tres muy buenas cervecitas frías, y con nuestro bocata en la mano. Entre risas y anécdotas del camino, tras quitarnos tan ansiádamente las botas para dejar los pies respirar, descansar, relajarnos, curar ampollas quien las tuviera, tomar el sol y hablar del Albergue de Pamplona en cuanto a quien roncaba y qué tan alto, le desvelo a Ruth delante de todo el mundo la broma que le había gastado: "Ruth, no te quejes que tú también roncas, jaja." "¿Yo? que va, yo respiro alto", responde ella. "JAJAJAJAJA, Ruth, tengo un video tuyo, de dos minutos de duración para que me expliques si roncar es sinónimo de respirar alto, jajajaja". Y ahí estabamos todos, viendo el vídeo, y escuchando los RONQUIDOS porque sí, eran ronquidos, jajajaja. Ruth, ¿subo el video al blog? jajajaja.

:P

Una vez recuperadas las fuerzas, hablado con todos esos desconocidos de los que poco a poco fuimos haciendo piña por estar compartiendo viaje y anécdotas, nos pusimos en marcha de nuevo. ¡¡Ya estaba todo tirao!! Puente la Reina estaba al lado. En este hostal se quedaron Toñi y su marido por no poder avanzar más.

Atravesaríamos Murazábal en menos de 10 minutos y por un terreno en muy buen estado de conservacion y de gravilla continuaremos con el sol apretando fuerte en compañía de Eli y el Poli, atravesando los primeros viñedos del Camino, llegando a Óbanos, pueblo marcado por su Iglesia representativa, enorme para lo que el pueblo en sí es, en muy buen estado de conservación. Desgraciadamente para el pueblo, un poco desértico pero prácticamente restaurado en su totalidad, con aires de modernidad en los colores fosforitos de algunas fachadas, ninguna de ellas terminadas en ladrillo, con aceras y carretera acementadas.

A mi que me gusta mucho la arquitectura, voy a poner la imagen de esta fachada, simplemente porque me gusta y forma parte de este pueblo, justo tras la iglesia y las fachadas fosforitas, también en el camino:


Y por fin llegamos a Puente la Reina. Matías me había comentado que por dos euros más que el albergue municipal, justo al principio del pueblo teníamos un albergue de muy buen ver, muy cómodo donde ya habían pasado noche en otras ocasiones (dado que no era la primera vez que realizaban el Camino) y que ellos pararían ahí ésa noche. Efectivamente, ahí estaba el Albergue, pero terminamos por decantarnos por el Municipal por estar este más adentro del pueblo, tampoco mucho más allá. Lo cierto es que hicimos bien en ir al Albergue Municipal de los Padres Reparadores. Ruth estaba tocada de la rodilla izquierda y tras hablar con los hospitaleros que regentaban este albergue, accedieron a practicarla un masaje de recuperación. Según me contó Ruth, no hablaron de dinero en ningún momento. Ruth estaba dispuesta a pagar lo que fuera, necesitaba ese masaje, y tras estos realizárselo y preguntar Ruth por un precio, no aceptaban dinero. Ruth no se dió por vencida y sí les abonó una cantidad en señal de agradecimiento.

El Albergue de los Padres Reparadores estaba bastante bien. Habitaciones de 4 literas, donde dormiríamos en la nuestra: Los maños, dos amigas catalanas, Eli y el Poli, y Ruth y yo. Teníamos garantizado el descanso, o por lo menos, la falta de ronquidos fuertes.

Como hay que disfrutar un poco del pueblo, dejé a Ruth descansar y me fui a comprar algo para el día siguiente, y para cenar. Lo cierto es que hacer el Camino de Santiago y no pasar al interior de una Iglesia viene a ser ¡¡pecado!! jaja, por ello, y tras escuchar las campanadas de aviso de inicio de misa, me fui a la Iglesia del pueblo. No estuve en misa, pero sí pude meterme dentro a sacar unas cuantas fotos. Hay que ver la cantidad de riqueza religiosa que tienen estos pueblos pequeños, no sólo arquitectónicamente sino artística y esculturalmente.

A mi regreso al Albergue, justo fuera estaba Ruth con la mujer de Matías y con más gente. Ahí nos acordamos de decirla que en el abergue estaba la parejita con la que compartió ella lavadora en Pamplona, que la chica sabía que yo conocía a ésta mujer, y dándome un sujetador me dijo que 'por favor se lo devolviera a la dueña, que el novio lo había cogido por error en Pamplona', y se lo devolvimos. La mujer se puso muy contenta. Todos sonreímos.

Acto seguido y siendo Puente la Reina la meta de éste viaje de Ruth, nos fuimos a tomar unos vinitos a un bar. Una vez allí, vi en una balda algo que me hizo brillar los ojos y le dije a Ruth, "¿te hace una cremita de orujo?" Como nunca lo había probado, la invité a un chupito. Y de lo bueno que estaba, a un segundo, jeje. Luego ya vino lo que suele ser un momento de disfrute que sabes que terminará al día siguiente, pero que no quieres que termine ahí, así pues, pregunté al camarero por el precio de una botella de Crema de Orujo de Rua Vieja. Ruth me decía "Antonio, no. Antonio, no la compres. Antonio, déjalo, te van a clavar." El camarero que se había ido a preguntar el precio de la botella, vuelve y me dice: 8eur. ¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡Me crecieron los ojos!!! La compré y nos fuimos, y fuera le dije a Ruth: "más barata que en Carrefour, que vale 12eur. Ya verás qué bien nos lo pasamos esta noche, jaja. Nos la tomamos entre los de la habitación y listo." Finalmente nos la tomamos en la cocina. Un grupo de personas había hecho cena, ofreciéndonos, por lo que saqué ahí mismo la botella. Como sólo faltaban Eli y el Poli en la mesa (que estaban muy cansados y querían dormir), jugamos al típico juego de beber que alguien propuso, y nos terminamos la botella. Estaba claro que con eso no te ibas a enganchar el superpedo, pero sí un poquito el puntillo, y qué demonios... la última noche de muchos!! Eso sí, a las 22:30h a la camita, que habían peregrinos ya metidos en la cama, y nuestras risas molestaban.

No hay comentarios:

Publicar un comentario