sábado, 9 de enero de 2010

Etapa 1: de Zubiri a Pamplona

3 de la mañana, me despierto. Se me ha caido uno de los tapones de los oídos y escucho un concierto en vivo de ronquidos. Imposible dormir. Busco entre el saco y la cama y encuentro el tapón perdido. Me lo meto lo suficientemente bien como para que no tenga que volver a despertarme.

6:30 de la mañana. Ya hay movimiento en la sala de literas. Unos se están preparando, otros ya están saliendo, y a otros les está sonando el despartador del móvil. El caso es que yo tengo mis tapones tan bien metidos que sólo consigo sacarme uno, jajaja. Para el otro, busco a un peregrino que tenga pinzas para que me lo saque, momento en el que me acuerdo del 'Amigo del Peregrino de Madrid' diciéndonos en la charla de orientación a la que asistí unos días antes de iniciar viaje, que "al Camino hay que ligeritos de cosas. Nada de pinzas, ni de cortauñas, ni maquillaje..." encontrando a un bendito que me saca el tapón del oído en la habitación anexa.

Moraleja: Si no quieres ir sordo en todo el Camino, bien no te metas tanto los tapones, o bien llévate unas pinzas, jaja.

Una vez aplicada la vaselina en los pies, botas puestas, pelea con el saco de dormir para meterlo en la funda, y preparados, vamos a la cocina-merendero y desayunamos. Unas máquinas de café (de pago) esperan a los que no pueden vivir sin un café, y un desayuno más corriente a los que hicimos la compra el día anterior.

¡¡Nos ponemos en marcha!! 20.4km nos aguardan hasta Pamplona con ligeras lluvias constantes.

El Camino quedará marcado por ser atravesado vía sendero mayormente, donde aflorará Terremoto Zaida, una catalana que empezó rápido y debido a una dolencia muscular en una de las piernas el día anterior, el resto del Camino lo haría despacito, sin prisa pero sin pausa, nunca quedándose atrás, quejándose más bien poco, y muy animada, demostrando su fortaleza.Ya habríamos tomado contacto con una parejita también catalana (el Poli y Eli. Lo siento, no me acuerdo del nombre del chico, sólo de su profesión) con los que compartiríamos mucho del Camino de hoy, aunque terminaríamos dejándoles atrás y volviéndoles a ver en el Albergue de destino. Eli ya iba aquejada de ampollas en sus pies. Ni Ruth ni yo de momento tendríamos nada de qué quejarnos por virtud o por suerte, porque Ruth iba bastante preocupada por mis pies, por haberme comprado las botas 3 días antes de iniciar el viaje, y ella pensar que 'caería' en cualquier momento.

El paisaje que cruzamos era precioso. Sinceramente la lluvia lo hacía diferente: Los olores del campo se hacen más intensos, el aire más puro, los ruidos de la naturaleza más sonoros. Dejo unas fotos para disfrute:


Claro está que tanto paseo lloviznando por el monte no te deja las botas limpias. Y no podemos decir que pases varios charcos y ya que digamos. Zonas embarradas hasta arriba hicieron que nos llevásemos parte del suelo en cada pisada que dábamos, ocasionándonos mayor peso en la planta de los pies. JAJAJAJAJAJA. Esto me encantó. Mientras Ruth intentaba esquivar estas zonas, yo pasaba y como un niño disfrutaba manchándome las botas y llenándolas de mierda, jajaja. Pese a uno o a otro, las botas de ambos terminaron igual, jaja.

¿Qué decir de los pueblos? Vacíos de gente por lo general, pero en muy buen estado de conservación, restaurados por lo general y con construcción nueva. Masías de grandes prados... enormes caseríos.

Y de repente, chocamos con la autovía. El mundo del pueblo, de la senda, del brillo de la naturaleza queda atrás... nos estamos acercando a Pamplona. Atrás quedaron Ilarratz, Eskirotz, Larrasoaña, Akerreta, Zuriain e Irota... muchos pueblos que nos hicieron el viaje muy ameno, traquilo y lleno de contrastes.

La puerta de Pamplona en el Camino es Burlada. Con el río Arga pasando por debajo de nosotros y ser un punto clave para hacernos fotos, cayeron unas 10, jaja. En la fotografía que véis aquí, ahí tenéis a mi gran compañera Ruth, esperando el momento adecuado para devolverme la que me merecía llevarme, jajajaja, esa que me debía por tantas fotografías hechas donde una sonrisa iluminaba nuestras caras, la de Ruth por sorpresa, y la mía por un 'te pillé', jajaja. ¿Véis la cantimplora? Ese es el preciso momento en el que dos segundos más tarde me estaría persiguiendo por las calles de Burlada consiguiendo empaparme, jajajajaja. Todo esto, claro está, con la mochila en la espalda!! jajajajaja. Dios!! Si es que nos lo hemos pasao genial!!

Una vez en Pamplona, lo primero el Albergue municipal. En una palabra: Acogedor. En muchas palabras: nuevo, restaurado, tranquilo, cómodo, limpio, grande, en el Camino. Pero a parte, con dos lavadores y dos secadoras. Cada uso de lavadora saldría por 3eur, y cada uso de secadora por 2eur. Lo típico entre peregrinos, donde sólo llevamos lo puesto y una muda más, es compartir lavadora y secadora. Que te digan que te vayas y que luego te encuentres la ropa tendida es muy habitual. En el Camino se recupera la confianza en el prójimo, perdida en la Ciudad.

Como anécdota decir que a la mujer de Matías (la pareja de Logroño) le desapareció un sujetador tras compartir lavadora con una parejita jóven y éstos tenderle la ropa. Es absurdo que alguien te robe un sujetador pero puede pasar. Descubriremos más adelante qué pasó.

Acto seguido y tras ducha con agua caliente de muy buen y agradecido chorro, tocaba un obligado paseito por la ciudad:

Decir que si alguien quiere ir a/desde cualquier combinación entre Pamplona, León y Madrid, existe una compañía llamada PLM donde el precio por trayecto de autobús es más bajo que haciendo el mismo con ALSA. Esto lo descubrimos en la Estación de Autobuses de Pamplona. Fuimos a informarnos dado que el día siguiente sería el último de Ruth, y tenía que informarse de cómo irían los autobuses desde Puente La Reina hasta Pamplona, para reunirse con Néstor y continuar ellos lo que quedase de Semana Santa visitando a familiares.

"¿Nos tomamos algo?" Me dice Ruth. "Vale", la respondo. Caminando por los aledaños al Albergue, topamos con una Herriko Taberna. Supongo que le suena a todo el mundo; Son esas tan relacionadas con el mundo de ETA; Ahí paramos a descansar y nos tomamos unas cañas y un bocata de pollo. Decir que fue el bocata más bueno que me he podido tomar seguramente nunca en un bar. El filete tenía chicha, el pan era del día, nos atendieron bastante bien y estaba tirao de precio. Ya quisieran muchos bares madrileños tener esos bocatas a esos precios!! Salimos muy satisfechos de haber tomado un piscolabi allí.

Por último y digno de mencionar una pastelería llena de tradición en el Casco Histórico de Pamplona. Si alguien la visita en Semana Santa, no será dificil de encontrar dada la cola que sustenta a sus puertas. Nos llamó la atención la mujer italiana con la que posa Ruth, que a su avanzada edad ahí estaba, haciendo el Camino muy escasa de ropa. ¿La señora? Muy simpática, amable, educada y cordial, y hablaba bastante bien el español. Sabiendo nosotros que queríamos comprar algo de tan emblemática pastelería (sita entre la Plz. Mayor y el Albergue) nos pusimos a la cola. A la llegada al mostrador pero sin ser nuestro turno pregunté "¿Qué tenéis tan especial que la gente está haciendo cola?" y me respondieron "que lo que hacemos está muy bueno. Estamos en Semana Santa y es típico llevarse (tengo que preguntar el nombre pero eran como) cañitas de chocolate recién hechas muy muy buenas". Sin mediar más palabra, me dieron a probar una. Estaba buenísima!! Ruth se quedó perpleja!!! jajajaja, todavía recuerdo su cara, jajaja. Gracias a ése acto, me llevé una caja de medio kg de esos bollos. Ruth también compró. Yo las compartiría con Peregrinos del Camino con los que ya habíamos tomado confianza, y Ruth se los llevaría a sus suegros al día siguiente.

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