
La foto que a continuación veis, junto con otras, nos las hicimos recordando a la película Gladiator. Supongo que os sonará la escena:
Tras pasar Grañón, un pequeño pueblo con vivendas en proceso de restauración y rehabilitación de máximo dos alturas, un bar en su plaza mayor, un par de tiendas en la misma vía principal, y una importante iglesia de fuerte construcción en piedra, cerramos el episodio de La Rioja, y entramos en el Reino de Castilla y León. Un panel del Camino hasta Santiago en estado lamentable nos lo indicará.


Bajo un inmejorable día de cielo azul, sin absolutamente ninguna nube surcando el cielo, prometiendo un calor insoportable y llevando como compañera de viaje a la N-120,

Claro que, siempre se puede ser gilipollas, jajajaja. De hecho lo pensé y cuento el motivo: El chico este continuó camino con nosotros, compartiendo palabras y calor y dolores de pies (todos íbamos finos de ampollas). Cruzamos Viloria de Rioja juntos pero debido a que Carmen y Jesús se quedan rezagados en el Camino, antes de llegar a Villamayor del Rio me quedo a la sombra de un chopo esperándoles. El chaval éste me comenta que él nos esparía en el Pueblo, lo cual me parece bien y él continúa caminando. Cuando llegan Carmen y Jesús, continuo camino con ellos hasta el pueblo, mirando alrededor de la plaza de la Iglesia, mirando debajo de todas las sombras, sin señal del chaval. Seguimos caminando hasta que salimos del pueblo, y de mi ya salían palabras como "¿No habrá sido un cabrón, y se habrá largado con mis zapatillas?", "Si es que no se puede ser bueno en este mundo. Estoy hecho un gilipollas en toda regla", vamos, que lo puse a parir. jajaja. Continuamos caminando hacia Belorado, bajo el solazo, con mis ampollas dando por culo (como las de Carmen y Jesús, todo hay que decirlo), sin ver al chaval por ningún lao, y maldiciéndole con tranquilidad y 'haciendome ver que el Camino no deja de ser como la Gran Ciudad'. De repente, a dos kilómetros escasos de Belorado, en la cuneta de nuestro camino de gravilla vemos un paraguas abierto y unas piernas salir de un seto. Era el chico este, nos estaba esperando bajo la sombra del paraguas. Tranquilizándome y entre directas como "¿no nos ibas a haber esperado en el pueblo?" le comento que le sigo dejando las zapatillas hasta el Albergue Municipal, y que lo sentía pero mis pies reclamaban mis zapatillas, por lo que no podría dejárselas otro día más.
Llegar a Belorado no fue tarea grata. Lo cierto es que pese a esta anécdota del Camino, el trayecto entre Villamayor del Río y Belorado serían unos cuantos kilómetros lineales por camino de gravilla sin llegar a ver el pueblo por ningún lado dado que quedaba detrás de una colina a la derecha, sin signos visibles de edificaciones cercanas, haciéndose desear. Finalmente entraríamos a Belorado dejando atrás Camping que hay justo a la entrada. Decir que Belorado tampoco es un pueblo pequeño; se extiende entre colinas entendiéndose sus edificios de más de 4 alturas al final de éstas. Llegando a la Iglesia principal abren puertas múltiples albergues privados. Sería en uno de ellos donde pasaríamos noche.
En Belorado encontraremos de todo. Vida, que aunque absurdo, en otros pueblos no lo habíamos visto; tiendas, bares, quioscos, restaurantes, tiendas de ropa, tiendas de ¡¡¡zapatillas!!! jajaja, farmacia, supermercados... Dejo unas fotografías para disfrute:







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