miércoles, 3 de febrero de 2010

Etapa 3: de Hornillos del Camino a Castrojeriz

Serían las 7:00 de la mañana cuando sonase el móvil. Habíamos pactado entre Alberto y yo despertar a esa hora para iniciar camino con algo de luz. A raíz de lo machacado que terminaron los pies de Alberto, decidirá probar con las zapatillas de deporte en esta ocasión; Yo seguiré con mis botas, dado que nunca sabes qué te puede deparar el Camino. Una vez salimos del Albergue, estaríamos nosotros dos solos como para comenzar camino, pero no seríamos de los últimos. Por detrás nos seguirán múltiples extranjeros.

A medida que caminamos hacia el siguiente destino, iremos pasando a gente con la que habíamos hablado la noche de antes en el Albergue, hasta llegar a la altura de Eli, una jóven catalana de acento catalán semicerrado con la que compartiríamos el resto de esta aventura, y Gonzalo, un Argentino de unos 55 años realmente agradable, tranquilo y buena persona.

"Good Camino!! Is everything going OK? Good!!" Serían las pocas palabras que les diríamos a los peregrinos extranjeros que nos entendían, jaja. Otros simplemente pasarían de nosotros, entendiendo el motivo como que no hablaban ni inglés ni español.

A medida que la jornada iba pasando, el sol cada vez más alto se iba colocando, y más presión hacía sobre nosotros. Tener la cantimplora siempre llena en cada inicio de camino es un punto a favor de cada peregrino, o si no, un par de piezas de fruta te darán ese subidón necesario para continuar.

Cuando caminas realmente ¿qué temas sacas con un desconocido? Pues su vida, jajaja. Así vas tomando confianza con el prójimo; tú les cuentas tu vida y ellos a ti la suya. Realmente la gente del Camino son personas que seguramente no volverás a ver en tu vida, por lo que cualquier cosa que les cuentes no te provocará dolores de cabeza cara al futuro. Además, siempre cuentas lo que quieres, el caso es hablar de algo, y ello se agradece. Lo cierto es que hacía tiempo que no escuchaba un acento tan cerrado de una catalana, jajaja, ni Alberto tampoco, al cual le hacía gracia y no paraba de repetir ciertas palabras que a Eli le salían tan normales. Sin llegar a molestar, múltiples risas y sonrisas aparecieron durante esta jornada al respecto. El acento de Gonzalo también era peculiar, pero de él no nos mofábamos, jajaja.

Hontanas irá apareciendo poco a poco en en paisaje, pueblo escondido 'debajo' del Camino. Los peregrinos le daremos vida, pero más vida nos dará a nosotros el parar a tomar un café y un pinchito de tortilla (o en su defecto, un bocata de tortilla) a la sombra de los edificios aledaños a la Iglesia principal, la cual nos recordará la hora con sus campanadas. ¡¡Ojo!! ¡¡Campanadas de verdad, no un altavoz!!



Como podéis apreciar, un cielazo azul es lo que nos aguardaría todo el trayecto, y por tanto, calor. Dejo unas fotos de Hontanas para disfrute:

Una vez finalizado el descanso, continuaremos por camino de gravilla que poco a poco se iría terciando a sendero ¡¡¡Por fin un sendero en todo el Camino de Castilla-León!!! La alegría me duraría poco tiempo, dado que acto seguido continuaríamos por asfalto, chocando con una de las bellezas que el Camino posee, reanimándome de nuevo: la arquitectura de San Antón. Dejo unas fotografías para disfrute:
Y a pocos kilómetros, también por asfalto, Castrojeriz. Llegar al pueblo tornará a algo deseable dado que no hay nada peor que caminar por asfalto, bueno sí, por Calzada Romana, pero no es el caso. Botas y asfalto, mal.

A diferencia de pueblos anteriores, Castrojeriz bordea el lado de una colina, por lo que la forma del pueblo es alargada, y el Camino transcurrirá por todo él, por lo que se hará desear llegar al Albergue Municipal, situado en el lado opuesto al que entramos.

El Albergue se encontrará en la Plaza Mayor del pueblo (en proceso de restauración y modernización), subiendo unas escaleras. Será un edificio completo, de dos plantas de altura, con literas de sobra para todos los peregrinos. Me sorprendió enterarme de que la planta inferior y parte de la superior estaría reservada a un grupo (una Asocición) de personas de un pueblo, con personas deficientes entre ellas. Tengo entendido que en los albergues NO SE HACEN RESERVAS. Por este hecho y pese a que fuimos de los primeros en llegar al Albergue, casi nos quedamos sin sitio allí.

Tras coger sitio en el Albergue, fuimos a comer. Miramos en varios sitios y finalmente nos decantamos por uno en el que entre su publicidad había la de un paellador. Estuve a punto de comprarme una paellita, pero finalmente opté por otro plato. Las paellas podían ser perfectamente individuales, no como en Madrid donde te dicen que para una paella, el mínimo son dos personas. Una vez dentro y hasta llegar a nuestra mesa, íbamos diciendo el "que aproveche" a cada mesa que pasábamos, sentadas en ellas peregrinos que a su pesar, sería su última comida en este viaje. A ellos les dedicamos esta foto.

Decir que este pueblo da para mucho. Desde la Colegiata, sus distintas e importantes enormes Iglesias, sus casas enterradas de las que sólo se ve la fachada frontal, sus casas no restauradas de las cuales según desde donde se miren se ve una gran edificio o una gran ruina, el castillo que hay en lo alto de la colina, sus impresionantes vistas desde allí, sus gentes, zona de bares, restaurantes rehabilitados y mesones, tiendas chapadas a la antigua... Es un pueblo muy rico en todo. Dejo unas fotos para disfrute:

Tras la comida, ¿qué mejor forma de bajarla que subiendo al Castillo y sacar unas fotos? Mientras yo veía el pueblo desde sus alturas, Alberto y compañía descansarían en el Albergue:

De vuelta al pueblo, insaciado por conocer, sigo visitando su riqueza religiosa bajando del Castillo y entrando en el pueblo por el extremo por el que al día siguiente saldría de él, dirección el Albergue, parándome en una de sus Iglesias mayores, la Iglesia de San Juan:

De vuelta al Albergue, subiría de nuevo al Castillo con Alberto y Eli para ver el camino recorrido y el camino que haríamos al día siguiente, a parte de El Castillo, claro, jajajaja.

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