jueves, 4 de febrero de 2010

Etapa 3: de Castrojeriz a Frómista

En el albergue dormí bastante bien. Tener un par de tapones y a ningún roncador fuerte hará de cualquier noche una delicia, jajajaja. Al día siguiente, como todos los días anteriores, nos levantaremos tempranito e iniciaremos camino. Por delante nuestro nos espararía un trazo rasgado en la meseta a la que nos dirigíamos. Ese tramo rasgado sería el Camino a Santiago. El sol rozaría nuestras cabezas al inicio de la subida, desde el pueblo en adelante a través de camino de gravilla. Aquí tuve uno de esos momentos explosivos donde quería ponerme a prueba, por lo que esperaría a mis compañeros de viaje (Alberto, Eli, y Gonzalo) en lo alto de la meseta. Sólo una persona me superaría en mi Camino; un jóven con una pequeña deficiencia que sin mochila a cuestas, se habría olvidado un objeto en el Albergue, y habría regresado y continuado con el camino prácticamente corriendo ¡¡todo un campeón!!

A medida que seguimos el Camino, cruzamos el río Pisuerga, diciéndole adiós a Burgos, y Palencia dándonos una bienvenida calurosa con un Panel de las etapas que nos quedan hasta Santiago. Continuando por camino de gravilla, llegaremos a Itero de la Vega, lugar donde todo peregrino para para coger fuerzas con un buen desayuno. Tania vendrá asediada por un argentino al que apodaremos como tal, un chaval de unos 36 años deseando tirarse a esta italiana, jajaja. Con ellos, peregrinos desconocidos del Camino, habríamos coincidido en Hornillos del Camino. Tania, inteligentemente portaría su mochila en la estructura de un carrito de la compra, por lo que no la cargaría a la espalda, sino que tiraría de ella, jaja.

El Camino hacia Boadilla del Campo se nos hará muy pesado. No dejaremos en ningún momento el camino de gravilla, puliéndonos los pies a más no poder, salvo Alberto, que inteligentemente habría apartado las botas de su vista desde el segundo día. Los demás pensábamos que las botas eran lo más conveniente para cualquier terreno salvo asfalto. ¡¡Qué tan equivocados que estábamos!!

Con el Canal de Castilla en nuestro lado derecho, campos de cultivo a nuestra izquierda baja, un día tremendamente lúcido, un calor tremendamente exagerado y nuestras conversaciones, seguiremos el curso del río hasta Frómista.

Con esta cara de pocos amigos debido a dolores en los pies pero sin quejarnos, cruzaremos el Canal por esta pasarela. Ya estamos en Frómista, pero ¿donde de Frómista? Realmente este pueblo es grande, bastante grande, y ello conlleva asfalto, motivo por el cual me rendí ante mis zapatillas deportivas, cambiándome de calzado allí mismo. Mis pies me lo agradecieron enormemente, dado que salieron de las botas achicharrados.

Poco podremos decir de Frómista, salvo que para ser un pueblo que sobrevive gracias a los peregrinos (y seguramente a más actividades, pero la principal el turismo de los peregrinos), poco se ocupan de ellos. En el único restaurante que encontramos con 'menú del peregrino' la sablada eran 15eur, por lo que decidimos ir a otro bar. Dadas las horas a las que llegamos al pueblo (en torno a las 16h) ningún bar nos ofrecía ya comida, pero no sólo no nos ofrecían menús, sino que tampoco tenían bocadillos, ni pinchos, ni pizzas congeladas (¡¡las vimos en uno!!), ¡¡nada!! Por lo que nos quedamos sin comer. Por la noche, iríamos donde el menú del peregrino a precio de infarto, y nos cobrarían también un pastón por unos macarrones PASADOS que yo me comería a disgusto por hambre, y mis compañeros de mesa optarían por no comerse.

Lo cierto es que no tengo palabras buenas para este pueblo. Lo único bueno de lo que puedo hablar es del Albergue, que no lo cogimos municipal, nos fuimos a uno privado por estar hasta la auténtica polla de caminar más. ¿Como sería el Albergue? Se llamaba 'La Estrella del Camino' situado en frente del centro médico. Parece caro, pero no lo es. Los albergues tienen creo un tope de 10 euros por noche en España. Este nos costó 7 euros. Las literas eran buenas y acogedoras. Cada peregrino contará por cama con un armario propio incluido en el precio. ¿Las duchas? ¡¡¡Un gustazo!!! Buenos chorros de agua caliente caían sobre mi cuerpo, pegándome seguramente la ducha más larga de todo el viaje (cuando existe la oportunidad, hay que aprovecharla, jaja). Los dueños (una familia) hospitalarios, buena gente. La hija un bombón (todo hay que decirlo, con novio, ohhhh, jajajaja), y su perra muy muy rica. Pobre Alberto, qué miedo le tenía, jajajaja. Aún recuerdo el susto que Alberto le pegó a la perra, como para que esta ladrase, y Alberto saliera espantao, jajajajajaja.

Mientras el pueblo entero pensaba que por ser domingo no habría ni un sitio abierto como para comprarnos nada para llevarnos a la boca, resultó que sí habría cerca del albergue una pastelería-cafetería. Está un poco oculta, por eso no la vimos, ¡¡¡qué pena!!! Estaba repleta de gente dentro, tanto del pueblo como peregrinos. Seguramente el único sitio abierto y haciendo negocio. ¡¡Muy bien montao!! El espacio interior, para ser una pastelería cafetería, decir que hay que contar como si fueran dos establecimientos unidos sin pared separatoria. Como he dicho, una pena no haberlo visto antes, y que nadie sepa nada del sitio.

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