viernes, 5 de febrero de 2010

Etapa 3: de Carrión de los Condes a Terradillos de los Templarios

Supuestamente este tramo es conocido por todo peregrino por contar con una calzada romana de entre 2 y 3 kilómetros, destrozapies, poblador de ampollas, trazado de piedras irregulares. Teniendo ésto en cuenta, me puse las botas pese a saber que todavía tocaríamos algo de asfalto para salir de Carrión.

Para nuestra desilusión, resultó que se habían cargado tan antaña vía, sustituyéndola por carretera de gravilla para el uso de maquinaria pesada agrícola y vía de peregrinación. Es una pena que esto pasase, pese a que los pies de todos los peregrinos (incluidos los míos) se alegraron del acondicionamiento. Aquí mismo volví a cambiarme el calzado para volver a mis queridas zapatillas deportivas.

Pastos secos, campos siendo fertilizados, campos siendo arados, unos pocos chopos en el margen derecho (mal puestos, porque de estar en el margen izquierdo al menos arrojarían algo de sombra sobre nuestra vía) o ningún tipo de árbol en ningún margen, y un mirar hacia el horizonte para poder divisar molinos eólicos, son los únicos elementos de esta vía. De nuevo un día caluroso para el caminante. Si se me ve con el abrigo puesto es porque aunque suene raro, el abrigo me proporcionaría una cámara de aire entre mi cuerpo y el medio externo, dándome sensación de algo de frescor juntado con el sudor que estaba generando.

Cruzaríamos así Beneviere, Calzadilla de la Cuesta, hasta Lédigos, lugar donde nuestro compadre Gonzalo se quedaría por sus pies impedirle dar un paso más por sus ampollas. Gonzalo, al igual que Eli, tenía tiempo de sobra como para poder parar en cualquier pueblo. Sabía que no había prisa. Alberto y yo al estar bien nos obligaba el tener que continuar y no hacer noche con él, el tener que volver a Madrid en una fecha concreta. Eli nos acompañaría hasta Terradillos por sentirse realmente cómoda entre nosotros.

Una vez en Terradillos, volveremos a ver lo que significa estar en un pueblo pequeño. Muy pocas viviendas, la mayoría hecha de adobe y/o ladrillo, sin supermercado (tuve el honor de cómo funciona el supermercado allí: Viene un camión, toca el claxon, salen las abuelillas con dinero, y así funciona la frutería. La carnicería funcionaría de la misma forma), sin bar. El mismo albergue es el que te suple de comida con su restaurante, y será probablemente el único albergue donde no dormiremos en literas, sino en camas. Como éramos tres, dormiríamos en una habitación con tres camas. La única pega que tiene dormir así, es que el techo al igual que en Carrión, es el mismo para todos, jajajaja, es decir, estaríamos en habitaciones sin techo, geniales para la privacidad pero igual que en cualquier otro albergue para el tema de los ronquidos. Además, contaremos con lavadora.

La anécdota del día es un poco guarra, así que no la voy a contar, pero me pasó a mi por beber de las fuentes de agua potable no tratada de todos los pueblos que tenían fuente 'para beber', jajajaja. Menos mal que había lavadora y secadora en el Albergue, jajajaja.

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