miércoles, 28 de abril de 2010

Etapa 4: de Piedrafita a Triacastela

A las 7 de la mañana nos empezamos a despertar. ¡¡¡¡Cualquiera salía del saco!!!! jajaja, ¡¡¡qué friazo!!! Pero había que salir y ponerse en marcha, y así lo hicimos. Tuvimos que llamar a un taxi para que nos subiera a O'Cebreiro de nuevo, el cuál tuvimos que coger de nuevo en dos turnos. Una vez arriba, desayunar en un bar y partir hacia Santiago. La necesidad de algo calentito me obligó a pedirme un colacao en tamaño de vaso de sidra y unas tostadas en pan de pueblo. hmmmmm... qué bien entró, jaja.

O'Cebreiro tendría una manta de nieve cubriéndolo todo, salvo la parte ya pisada del Camino por otros peregrinos. Nosotros iríamos en ascenso detrás del grupo de 17 jóvenes con los que habríamos compartido 'alojamiento' la noche de antes. A buen ritmo, dado que caminar por la nieve no es tarea fácil y menos en ascenso, llegaríamos a pensar en nuestro grupo que no estábamos yendo por el Camino correcto. Por ello, y dada mi capacidad para ascender como un torpedo (jajaja) me adelanté para garantizar el trayecto. Realmente había algo que no era normal; Estaba caminando por un Camino de nieve virgen. Nadie había pasado por ahí antes, pero inmediatamente unos metros más allá vi la marca del Camino en uno de los árboles, por lo que no haría falta dar marcha atrás. Y cuando hubiésemos alcanzado el final del arbolado nevado, empezamos a descender.

Una señal de carretera nos indicaría que 20km nos distanciarían de Triacastela, pero los peregrinos sabemos que sin ir por carretera siempre hacemos más km. Nuestra siguiente meta de momento consistiría en alcanzar el Alto de San Roque, a 1270m de altitud. No fue tarea dificil, sin embargo fue bastante grata junto con otros peregrinos adelantándonos a caballo.

Comenzaríamos pues el ascenso al Alto do Poio desde el Hospital de la Condesa. No sería muy laborioso a menos que alguien viniera ya cansado. Realmente, para mi fue como chupar un caramelo. Al llegar arriba, un bar repleto de peregrinos acamparía en forma de terracita al aire libre, y desde uno de los salientes del Alto, divisaría a mis compañeros venir por detrás, cada uno a su ritmo, sin prisa pero sin pausa. Tras la subidita y un breve descanso, continuaremos Camino hacia Fonfría. Lo cierto es que por aquí pasa el transporte público, y una marquesina del año de la polca patrocinada por Caixa Galicia nos lo indicaría. No sé cada cuanto tiempo pasará el autobús, pero para todo viandante, se agradece encontrar una marquesina donde sentarte y resguardarte de la lluvia. Dejando la parada de autobús atrás, nos adentraremos en un pueblo hecho a base de piedra y pizarra rodeados de campos cercados por muro y valla, divisando un paraje verde excepcional, el cual iniciaríamos en breve a descender hacia Triacastela.

Para ello, bajaríamos por el Monte Calderón (Lugo) atravesando O Biduedo, Filloval y Ramil, hasta llegar a Triacastela. En nuestro Camino, mucha agua bajando con nosotros, pisando mucho barro, oliendo mucha mierda (jajaja), todo muy natural, todo muy de pueblo, muy puro, disfrutando de las maravillas paisajísticas y el ganado vacuno de la zona. Sería en Ramil donde un lugareño entrado en edad empezaría una conversación interminable pero acogedora con Ruth al tiempo que el resto nos quitaríamos las botas durante un momento. Al término entre ambos, terminaríamos por llegar a Triacastela, donde nos alojaríamos muy cerca del km0 de Lugo, en el Albergue Aitzenea, una vivienda con un pequeño comedor en la planta baja, con una minicocina en la planta superior, un baño compartido para ambos sexos, y varias habitaciones con un buen número de literas. Nosotros habríamos reservado sitio para este Albergue dada la experiencia de O'Cebreiro, y así lo haríamos para los siguientes Albergues. En éste en concreto, dado que éramos 7 personas, tendríamos los 7 nuestra propia habitación. Debido a que tres señoras estaban deseando quedarse con nuestra reserva en caso de no llegar nosotros o quedarse 'en la calle', Ruth propuso que podrían dormir en el suelo de nuestra habitación, cosa que tras ver que en la habitación estaríamos 10 personas realmente justos, les propondríamos mudarse a otras habitaciones donde el suelo era superior en metros cuadrados, aunque finalmente, terminarían durmiendo en el comedor.

En este pueblo unos iríamos a comprar la cena y el desayuno del día siguiente, y otros decidirían que cenarían en un bar-cafetería del pueblo, lugar donde al día siguiente desayunarían. Y así vino a ser, añadido con que esa noche habría futbol y estaría el bar repleto de seguidores. Normal!!! El bar contaba con una tele gigante, jaja.

Por otro lado, el albergue contaba con una lavadora y una secadora. El dueño del albergue se encargaba de poner la lavadora y la secadora, y dada la cantidad de gente que éramos allí, no pudimos poner todas las lavadoras que necesitábamos que podrían ser perfectamente tres. El caso es que sí pudimos poner una, y de esa una... no nos devolvieron toda nuestra ropa. Suponemos que algo se quedaría en la lavadora.

martes, 27 de abril de 2010

Etapa 4: Villafranca del Bierzo a Piedrafita

La noche fue bastante tranquila. Sólo Ruth 'respiraba alto', jajajaja. Yo me desperté antes porque me acordé de que tenía que poner el móvil a cargar, así que de 6:30 a 7 de la mañana estuve simplemente descansando.

El alojamiento incluía desayuno-buffé. Este consistía en café, leche con colacao, zumo de varios tipos, galletas, madalenas, cereales, pan tostado (en tostadora), mantequilla y mermelada de melocotón y fresa. ¡Bastante completo! Habituado a lo que venía desayunando desde días antes, esta vez no iba a ser menos. ¡Comí de todo!

Y una vez listos, iniciamos Camino. Desde aquí hasta Pereje fue todo por asfalto. A mitad de Camino y viéndome el percal, decidí cambiarme las botas por las zapatillas de deporte. Cristina hizo lo mismo, pero el resto del grupo continuó con lo que llevaban puesto.

En Pereje lo que más abunda es la edificación en ruinas o a falta de restauración, pero dentro de toda la tranquilidad existente, es un pueblo encantador, cuyas edificaciones crecen a ambos márgenes de una única calle. La autovía pasa también bastante cerca del pueblo, y la futura carretera de peaje lo hace en altura, a través de puentes.

Sería en Trabadelo donde pararíamos a tomarnos un café. Yo no tomaría nada, pero bebería de la fuente para peregrinos anexa al bar, recargando mi cantimplora así como la de mis compañeros, y nos entretendríamos en el parque juvenil frente al bar, mientras Ruth hablaba con uno de los Canadienses que se sentó con nosotros, y el resto les escucharía hablar en inglés.

La Portela de Varcarce nos anunciaría que hasta Santiago todavía nos quedaría un largo trecho de 190km, un paseo que de momento tendríamos que soportar a través de carretera. Sería tras Vega de Varcarce donde empezaríamos el ascenso hacia O'Cebreiro, pero antes, en Ambasmestas degustaríamos la mayor parte del chocolate que compré en Astorga. Y en Herrerías donde terminaríamos comiendo en un bar un bocadillo unos, pulpo otros (incluido yo), y empanada otros, debido a que sí pretendíamos comer de menú, pero el bar-restaurante estaba completo, y vinimos a éste por recomendación no me acuerdo de quién, pero ya no había más bares en la zona para comer, y no había ganas de ir marcha atrás. Aquí nos encontraríamos por primera vez con dos perros. Un pastor alemán hembra y un perrillo de medio pié macho, jajaja, que estaba salidísimo, jajaja, atados a la puerta del bar debido a que su dueño estaría dentro comiendo.

Dejo unas fotografías para disfrute del paseo hasta el comienzo de la subida a O'Cebreiro:

Ambasmestas

Vega de Varcarce (nombre local. Nombre real: Vega de VarcarceL)

Herrerías

Y por fin iniciamos subida por sendero. Para esto y sabiendo el grupo que les terminaría alcanzando, salvo Cristina y yo que nos quedamos atrás cambiándonos las zapatillas por las botas, los demás empezaron el ascenso. Es precioso, todo hay que decirlo, y chulísimo. El trayecto hasta La Faba fue para mi fantástico. Tuve mis momentos explosivos al principio dada la gran verticalidad sendera, momentos de esfuerzo para sacar mi potencial y ponerme a prueba, separándome cada poco tiempo de Cristina que dada su fortaleza, me alcanzaba sin problemas y continuábamos ambos a buen paso.

Unos metros más arriba nos encontraríamos con el grupo, al que poco a poco iríamos adelantando, no sin antes hacerles un poco de compañía. "En el Camino cada uno lleva su Camino" decía dentro de mi Jordi (un catalán del que hablé en la primera etapa), y es cierto!! No puedes exigir que alguien siga tu ritmo si el ritmo de la otra persona ya es su límite. Por ello, y por ser ascensión, continué para adelante con Belchí pisándome los talones, jaja. Unas vacas en medio del Camino nos harían parar, pero mi experiencia con ellas me decía que sin miedo para adelante, y así lo hicimos.

Allá donde nos pareció que sería el sitio idóneo para esperar a los que habíamos dejado atrás, paramos a hacernos unas fotos. Belchí no tenía ni idea de cómo hacer con su cámara una fotografía panorámica, así que era el momento adecuado para aprender, y... ¡¡menuda fotografía más bonita sacó del panorama!! Ruth aprovecharía para adelantarnos y esperarnos en La Faba, el resto iría llegando a nuestro punto poco a poco, y tras un breve descanso, continuamos hacia arriba. Las típicas bolas de nieve no tardaron mucho en llegar, jaja, ni tampoco las carreras de huída de pequeñas venganzas hacia mi persona, jajaja. Y ya por fin, el punto limítrofe entre León y Galicia, momento foto para todo el mundo, jaja.

A menos de un kilómetro, llegaríamos a O'Cebreiro. Serían las 18-19h cuando llegamos. Lo primero claro estaba, buscar el albergue. Nuestra sorpresa se oía a voces... 'El Albergue está completo, pero también están completas las pensiones de aquí'. Resultó que ese mismo día habían llegado bastantes personas en diferentes autobuses, y se habían ido directos al Albergue. DESDE ESTE BLOG DECIR QUE LOS PEREGRINOS QUE HACEN EL CAMINO ENTRAN EN EL ALBERGUE CON PREFERENCIA, ES TOTALMENTE FALSO. Esto lo leí en Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago cuando iba a realizar la primera etapa del Camino. No señores... el Camino es un negocio, y el primero que llega, el primero que entra, pese a que los hospitaleros me decían que 'cómo iban a saber ellos quien hacía el Camino y quien llegaba en bus'. Realmente este día fue sencillo saberlo, tan sencillo como mirar quien llevaba las botas empapadas y los bajos del pantalón también. Se nota a leguas quien hace el Camino y quien no.

Con todo esto y decidido, me fui directo a la Iglesia, dado que en ocasiones similares en la Etapa de Logroño sí existía la posibilidad -en caso de no haber ningún sitio en el pueblo de dormir- de quedarse a manos de la Iglesia. Mi sorpresa fue dura al decirme el Cura por teléfono que no nos permitían dormir en la Iglesia, que no era peregrino y que tampoco cristiano. Mis palabras hacia el cura, en su Iglesia y delante de la Cruz de Cristo no fueron muy agradables realmente. Sí decir que dado que este blog es mío, CREO EN DIOS, PERO NO EN ESTA IGLESIA CATÓLICA. DIOS 'ES CARIDAD, HUMILDAD, Y AMOR' PERO EN O'CEBREIRO NO HAY NADA DE ESO. Sólo hay un supuesto Caliz Sagrado (que como le dije al Cura, si desapareciera, podrían comprar otro en Ikea sin problemas -a parte de otras cuantas cosas que poco le gustaron-). "Me quito el sombrero ante ti" me dijo Ángel.

Finalmente fuimos en dos taxis al pueblo de al lado, a Piedrafita, a dormir en el polideportivo. Aquí encontraríamos disponible y por fortuna una colchoneta de las que se utilizan para caída de salto de altura, y la cogeríamos para dormir los 7 bien juntitos. No seríamos los únicos en el polideportivo. Un grupo de 17 chavales, otro de 25, y gente suelta seríamos los inquilinos por una noche, que fue bastante fría. ¿Qué puedes pedir de un polideportivo de un colegio? Realmente podría tener más colchonetas individuales, pero lo que más pudimos hechar en falta fue agua caliente, debido a que a parte del friazo que hacía, intentar lavarte las manos podría llegar a ser un acto de crueldad.

Días más tarde nos enteraríamos de que un pequeño grupo de personas tuvo que dormir en la puerta de la Iglesia, arropados como pudieran entre sus sacos de dormir, con toda la nieve rebosando alrededor. Supongo que para el cura de O'Cebreiro éstas personas sí serían peregrinas y cristianas. Yo al cura (tengo que decirlo) le dije que no es que no fuera peregrino ni cristiano, sino que lo que no era, era gilipollas.

lunes, 26 de abril de 2010

Etapa 4: de Ponferrada a Villafranca del Bierzo

La noche fue cojonuda. Yogui no paraba de roncar, y cuando paraba, empezaba el otro viejete. Ni los tapones para los oídos sirvieron de mucho, pero bueno... una noche más, jajaja.

Este día sería aquél en el que Carmen, Ruth, Laury, Belchí y Ángel habrían llegado a las 4:30 de la mañana a Ponferrada, y habríamos quedado en que saldríamos juntos desde aquí, por lo que cuando me hube despertado a las 6:30 de la mañana (gracias a Yogui) me puse en contacto con mi gente. Cuál sería mi sorpresa que todavía no habrían llegado. Carmen fue la encargada de decirme que dos trenes de mercancías habían chocado y que por tanto, continuase hasta Villafranca, y que allí nos veríamos. Su Camino comenzó mal. Un viaje Madrid-Ponferrada de seis horas en un tren-hotel se convertiría en uno de más de 12. Y con ellos, todo el tren en sí eran peregrinos. ¡¡Pobrecitos míos!!

Sabiendo que no desayunarían con nosotros, Cristina y yo nos sentamos en los únicos sitios libres al efecto, es decir, con el americano que había dormido en nuestra habitación y con su otro compañero también americano. Lo cierto es que su desayuno nos sorprendió dado que sólo era avena; avena a palo seco, cogido a puñaos y directo a la boca. Les ofrecimos de lo que teníamos, pero no querían. ¿Nuestro desayuno? Leche con colacao, cuajada, membrillo, croasanes, pan, mantequilla y mermelada creo. De ellos sabríamos que tenían interés en hacer 40km diarios, que querrían llegar hasta Pereje (el siguiente pueblo a Villafranca, 4km más allá) en ésta etapa, que habrían venido realmente como si de verano se tratase (sin abrigo, sin chubasquero, sin forro polar, sin ni siquiera una sudadera, y con un paraguas, jaja) por entender que en ésta época del año haría una temperatura media de 22º, cuando realmente estábamos en temperaturas oscilantes entre los 3 y los 10º según al AEMET, pero bueno... esta sería una gran experiencia para ellos. No les volveríamos a ver en el Camino.

Cuando nosotros terminamos de comer, dejamos las sobras de nuestro desayuno que tal vez otra persona pudiera comerse, y nos pusimos en marcha. Nada más salir del albergue, a llover!!! Por lo que si íbamos a salir las 8:15 de la mañana, terminamos haciéndolo a las 8:30 entre que nos poníamos los pantalones de agua, el chubasquero, las botas y los guetres, pero no nos importaba porque al fin y al cabo nos íbamos a ahorrar los 4km de asfalto que se estaba chupando todo el mundo.

Mientras veíamos cómo todos los peregrinos se metían en Ponferrada, nosotros nos dirigíamos hacia el Camino de Santiago de Invierno, con una sonrisa muy amplia en la cara. Y por el margen izquierdo del río, empezamos a subir sendero, divisando lo gigantesco que Ponferrada es. Véiamos flechas en el Camino por lo que continuábamos tan felices. Lo cierto es que en varios tramos de subida veía que necesitaba tener mi momento explosivo de meterme la cuesta a tope, a mi nivel de marcha para ponerme a prueba. Estaba sanísimo de los pies, y tenía unas ganas bárbaras de reaccionar de esa forma. Cuando me quise dar cuenta, había dejado a Cristina atrás, jaja, ¡¡No mucho!! jaja.

Pasar por aquí nos gustó bastante. Todo era camino rollo sendero, veíamos pisadas y huellas de caballo, atravesamos un trozo de camino donde daba la sensación de que nos metíamos por debajo de la horizontal de la tierra, como en una cueva de techo las ramas de los diferentes árboles de la zona, realmente bonito. Esta belleza no se va a ver tan bien reflejada en una foto como la vivimos, pero ahí os la dejo:

Finalmente, entraríamos en un pueblo sin nombre, rodeado de pequeñas villas (chalés sueltos, con su mediana porción de jardín), y montones de perros sueltos de todos los tamaños y razas, amigables ¡¡Claro!!

Cuando no sabíamos por donde tirar, los vecinos de la localidad donde anduviéramos nos intentaban ayudar en la medida de todo lo posible. A medida que íbamos siguiendo el Camino, el ver que en ningún momento nos metíamos en ninguno de los pueblos que me tendrían que sonar del Camino, más extrañado iba, hasta que empezamos a subir carretera entrando y saliendo de Priaranza del Bierzo, y ya por fin al ver a un hombre caminar por la calle, le tuve que preguntar: "Disculpe, ¿Estamos en el Camino de Santiago?", respondiéndome, "Sí, sí lo estáis. Seguid recto la carretera, que es por ahí", a lo que le pregunto, "¿Y por aquí llegamos a Villafranca del Bierzo, no?" Bueno, su cara se quedó como la mía al decirme que NO. ¡¡¡No estábamos en el Camino adecuado!!! ¡¡Nos teníamos que haber comido los supuestos 4km de asfalto!! Desde aquí hago un llamamiento a esas personas que no tienen ni puta idea de las cosas, a que no digan lo primero que les viene a la cabeza cuando alguien les pregunta por algo, si no lo saben.

Habíamos estado caminando 3h y media a una media de 4km por hora, por lo que nos habíamos desviado entre 12 y 15km (del plano, lo que hay en rojo) frente al Camino que iba a Villafranca del Bierzo (en amarillo). Lo que el hombre nos recomendó fue volver a Ponferrada y partir desde ahí, pero no podíamos volver para atrás y hacer otros 15km de vuelta, más lo que esta etapa suponía, 24km más. Por ello, le propuse a Cristina algo que tampoco había hecho en su vida, jaja, autostop mientras íbamos bajando en la misma localidad de Priaranza del Bierzo. Tuvimos la suerte de ver a unas mujeres salir de un consistorio municipal, y una de ellas se dignó a llevarnos al Cruce del a CL-636 con la N-VI (en azul) dado que más allá se desviaba de su camino y tenía prisa. Fue todo un detalle y más que suficiente por nuestra parte que nos dejara ahí, y desde luego, todo un detallazo. La señora nos contó que ella había hecho muchísimas veces autostop durante su vida, y que entendía nuestra postura. A parte, éramos peregrinos salidos del Camino, que buscábamos simplemente volver al Camino. Lo dicho, la estaremos eternamente agradecidos. Por ella nos enteramos de que El Camino de Invierno es una alternativa a O'Cebreiro, dirección Las Cédulas, proyectado hacía un año, pero todavía sin identificar oficialmente en ningún lado. Eso sí, en el Camino con sus correspondientes flechas del Camino de Santiago, y en ninguna parte ningún cartel anunciándote la estratagema.

Una vez en éste cruce, nos dijo cómo debiéramos de ir para no perdernos, pero en el camino nos encontramos con un viandante, el cuál nos acompañó cerca de 45min hasta llegar a Camponaraya. Este hombre era otro de esos de los que tanto Cristina como yo entendíamos como un pesao, jajajaja, nuestras caras lo decían todo, jajajaja, pero bueno, el hombre al menos nos 'metió' en el Camino de nuevo, así que, de agradecer.

Ya en Camponaraya, decidimos parar para comer algo y nos metimos en el primer bar que vimos, en la plaza del pueblo. Allí nos pedimos una ración de patatas ali-oli, y... ¡¡¡Dios!!! Qué pedazo de ración y a qué precio!!! Tal y como le dije a Cristina, si nos hubieran servido éso tan realmente bueno en Madrid, nos hubieran cobrao 12eur en vez de los 3.5eur que nos cobraron. Y a la camarera (dueña del sitio) le dije que bueniiiiiiisimo el ali-oli, suave y muy muy bueno. No puedo decir qué sitio fue, pero lo recordaré eternamente.

Esta anécdota del día quedará en nuestras cabezas para siempre, porque no estábamos para fotos, y no paraba de llover, jaja. Recuerdo que Cristina, simplemente por no parar y seguir, se estaba empapando la cabeza entera cuando íbamos andando con el pesao del viandante cruzando el polígono industrial de Camponaraya, a lo que al darme cuenta simplemente me volví y se la puse yo, y le dije que había que taparse, que no teníamos prisa en el Camino, pero había que terminar bien.

Aquí les conté nuestra experiencia a mis pobres del tren, jaja. Su experiencia estaba siendo demoledora. Todavía no habían llegado a Ponferrada, pobres... Y esta fue la única parada que hicimos en el Camino. Desde Camponaraya en adelante la mayor parte del tiempo será entre asfalto y camino de gravilla. Con los pies ya molestos y llegando a Pieros, decidimos descansar ante la caida una intensa lluvia en una parada de autobús de ésas que son totalmente cerradas y secas. El grupo de senderismo ya habría llegado a Ponferrada y estarían a punto de coger el bus con destino Villafranca del Bierzo. De hecho, en el exacto momento en el que pasaban por nuestra la parada vi el bus de mi gente pasar. Yo estaría en la acera de en frente a la parada, en lo alto del desnivel de terreno recién salido de una llamada excepcional de la naturaleza, jajajajajaja, dado que Pieros son 10 casas al lado de una calle, pero ningún bar, ni ningún sitio donde poder usar el baño, jaja. Cristina estaría descansando los pies dentro de la parada de autobús, esperando mi llegada para continuar Camino.

Tras varias llamadas entre mi gente y nosotros, ellos que habrían llegado primero a Villafranca cogerían sitio en el Albergue La Piedra, y allí nos estarían esperando. Nosotros tardaríamos todavía 1h estimada en llegar a Villafranca, pero ya estábamos allí.

Y desde el punto donde nos hicimos la foto, todavía nos quedaría 1km para llegar al Albergue, que de coña entre Cristina y yo nos decíamos... '¿a que se han cogido el último albergue del pueblo?' jajajajaja...

Veníamos destrozados y para colmo del pueblo sabíamos que tendría asfalto y acera, pero... un empedrao destroza pies en una cuesta abajo bastante empinada era justo la sorpresa para que los pies sintieran Villafranca del Bierzo, jaja. Empezamos a cruzar el pueblo; veíamos albergues, viviendas, tiendas... cruzamos la plaza mayor del pueblo, varios supermercados... y le decía a Cristina, '¿a que se han cogido el último albergue del pueblo?', jajaja. Preguntamos a la gente: "Por favor, ¿el Albergue La Piedra?"... "Os lo habéis pasao, está para arriba". "No puede ser señora, nos han dicho que está para abajo." "Es que hay dos, y ahora no sé a cual queréis ir" me respondía. Lo dicho, que siempre es mejor callarse cuando uno no tiene ni puta idea. Con todo, seguimos para adelante. Decir que el pueblo no era muy grande, pero por la situación en la que estaba entre laderas de montaña, un río de anchura importante cruzándolo, subidas y bajadas importantes de calles... Total que cruzamos el río y volvimos a preguntar a una chica que caminaba por la calle: "Por favor, ¿el Albergue La Piedra?" "Venís de él, tenéis que cruzar el puente de vuelta y por allí preguntad porque si os lo digo yo os voy a liar." "Perdona, pero nos han dicho que está a éste lado del puente." "¿A sí? Pues lo mismo me estoy equivocando yo. Vamos a preguntar en la Ferretería." Bueno, preguntamos en la ferretería regentada por un matrimonio en muy avanzada edad, y mietras la mujer nos mandaba a Parla, el marido nos mandaba a Londres, y finalmente hicimos caso al marido, el cual era el único que nos mandaba al final del pueblo, lugar donde ya habíamos predicho que mi grupito se metería. Y efectivamente, ¡¡acertó el buen hombre!! Llegamos al Albergue, y lo primero que te encuentras son unas fabulosas escaleras para subir a la primera planta, para fichar. Y ¿¿dónde estarían mis compañeros madrileños?? En la última planta del Albergue, en la tercera!!! CABRONES!!!!! jajajajajajaja, y así se lo dije: "(con sonrisa) Joder!!! El último albergue del pueblo, pero además, en la última planta... ¿no había más plantas? jajaja"

El albergue sería en cambio perfecto. Privado (10eur) pero nuevo, con internet por donación (para mi gratis, jaja), con Conan como perro protector jaja, con muy buen estado de las camas y habitaciones, y buena distribución: en la planta baja, la salida; en la primera planta, internet, la cocina (con vajilla y enseres), y una pequeña sala de estar; en la segunda, habitaciones y dos baños; y en la tercera, una habitación común con muchas más literas. Nosotros seríamos en total 7 personas. Seguramente por eso mi gente habría cogido ésta planta como la opción para dormir.

Ellos estaban destrozados pero tan emocionados como nosotros de ya estar allí. Mientras Cristina y yo nos duchábamos y cambiábamos de ropa, ellos se irían a por la cena. En la cocina cupimos en dos mesas separadas, pero tener ya a mi gente ahí fue cojonudo, jaja.

martes, 20 de abril de 2010

Etapa 4: de Foncebadón a Ponferrada

Tras una gran noche donde el silencio absoluto reinaba en la habitación, sería a las siete de la mañana la hora a la que nos despertaríamos. Tras arreglarnos, nos dirigiríamos al albergue hippie a desayunar como acordamos con los hospitaleros la noche anterior. Al salir de nuestro albergue nos quedamos perplejos al ver la estampa nevada. ¡¡Efectívamente!! ¡¡Había nevado durante la noche!! El momento foto era imprescindible. No sería una gran e intensa capa de nieve, pero la justa como para ver los campos y bosques blancos.

Al entrar en el Albergue Monte Irago (el Hippie) dos mujeres nos atenderían de la mejor forma posible. Desayunaríamos a modo buffé por 4eur cada uno. Aquí y como en etapas anteriores, desayunaríamos lo justo como para hacer una etapa dura, es decir, un poco de todo. ¡¡¡El desayuno tenía mil cosas!!! ¡¡¡Como un hotel de 5 estrellas!!! Café y colacao, cereales de dos tipos, yogures naturales, pan, mantequilla, mermelada de fresa y de melocotón, miel, azucar, muesli... Mi desayuno os lo imaginaréis, ¿no? jajaja Un vaso de leche con colacao con 3 tostas con mantequilla y mermelada (ambas), más un bol de cereales (cornflakes) con muesli y un yogurt natural todo mezclado... hmmmmmmmmmmmmm... jajaja. Cuando nos sentamos en la mesa, me di cuenta de que Cristina se había servido exáctamente lo mismo... jajajaja.

Nos acompañaría en la degustación otro italiano de cuyo nombre ahora no me acuerdo (Cristina, ¿te acuerdas tú? jaja) que también hablaría casi perfectamente español, más otro español con el que caminaba el italiano, más a parte uno de los hospitaleros de la noche anterior, el cual nos comentaría sus inquietudes sobre un posible área de negocio de ocio que tendría pensado montar unos pueblos más alejados de Foncebadón, pero orientado al vivir, no al hacer negocio con ello.

Tengo que volver a decirlo, el trato recibido en el Monte Irago fue excelente, y el poder disfrutar de la compañía de desconocidos, hablando entre todos como si fuéramos gente allegada de siempre, es mágico.

Tras el desayuno, nos pusimos en marcha hacia Cruz de Ferro.

Realmente me esperaba bastante más de Cruz de Ferro de lo que vi, como que fuera un pueblo o tuviera algo más que una simple Cruz de Hierro clavada en un poste de unos 20m de longitud, al lado de una pequeña hermita, en medio de la nada, a 1500m de altitud. Simplemente fue eso, un punto más en el Camino a visitar.

Desde esta altura y en adelante nos acompañaría de fondo la cordillera montañosa en la que nos ubicábamos, pero a parte, hileras e hileras de molinos de eólicos, y la campiña nevada, que gracias a ello podríamos divisar los diferentes cortafuegos de los bosques en las faldas de las montañas.

Manjarín sería el segundo punto del Camino. Conocido por ser el sitio donde se aloja el último templario, resultaría ser un pueblo basado en dos 'chabolas' mal puestas. Dicen los que han picada el anzuelo de entrar en Manjarín que el último templario toca una campana en forma de atracción, pero que el sitio huele que apesta y no lo recomiendan en absoluto como zona para albergarse, dado que las chabolas están hechas a base de coger troncos y 'basura' de aquí y de allí. No deja de ser un sitio más en el Camino, con sus peculiaridades.

El Camino continuará por sendero, alternando con trozos de una antigua carretera local, pero mayormente con sendero, y nevándonos. Empezaríamos a bajar montaña teniendo a la vista El Acebo, una pequeña localidad casi totalmente restaurada, de viviendas en piedra y tejados de pizarra a ambos lados de su única calle, y al fondo vistaremos Ponferrada, todavía bastante lejos. En esta zona, el ganado existente sería ovino.

Continuar bajando hacia Molinaseca significaría seguramente el mejor punto de la etapa. Con nuestras capuchas puestas por culpa del chiriviri, abandonaríamos El Acebo por un callejón descendente muy empinado, acompañados en el propio Camino por el río que todo el agua caida estaba formando, llegando al final al auténtico ríachuelo del lugar, con su margen más alejado repleto de barro. Jajajaja, me encantó este punto porque metías la bota en el barro y cubría casi toda la bota, pero era la única forma de pasar, y un árbol caido irrumía el paso, por lo que mancharse era cuestión obligatoria para zanjar ésta zona. No caimos en hacernos una foto, pero fue sin duda la mejor escena natural de éste día: saltando el árbol y hundiéndonos todavía más en el barro, jajaja.

No sería la única sorpresa. Desde aquí tendríamos en adelante una bajada escalonada hacia Molinaseca, de las que todo senderista se alegraría de cruzar durante todo el Camino a Santiago. Escenario natural 100%, arropados por piedras, rocas, olores de jara, árboles en flor anunciando la llegada de la primavera, arbustos enormes, musgo en abundancia, el silencio de la naturaleza interrumpido por el río que nos acompañaba un poco más abajo...

A medio kilómetro antes de entrar en Molinaseca nos surgió la primera anécdota del Camino. Un asiático (chino, japonés, coreano... a saber) nos pediría ayuda dado que estaba atascado no entendíamos cómo en la carretera, jajaja. El caso es que el coche estaba en posición de aparcamiento en batería en medio del carril, y el asiático no hablaba ni entendía ni papa de español, así que, mediante signos y señas intentábamos comunicarnos con él. Tanto a Cristina como a mi nos pareció que el hombre no sabía conducir, y ése era el problema, jajajaja, que no sabía poner el coche en marcha atrás, jajajajajajajaja, y por eso, el bordillo de la acera le impedía seguir para adelante. Bueno, bueno, bueno... se tuvo que montar Cristina con el hombre. Éste sentarse de copiloto. Cristina sacar el vehículo y meterlo adecuadamente en el carril para que el hombre de nuevo cogiera el coche y se marchase como pudiera, sin llegar a meter en ningún momento la segunda marcha y frenando de golpe cada X decenas de segundo, jajajaja. Un peligro en la carretera de Molinaseca, carretera por la que no pasaba ni el tato, jajajaja, dado que llegar a saber qué le pasaba al hombre nos terminaría costando 15 minutos de nuestro valioso tiempo, jajajaja.

Sería en Molinaseca donde decidiríamos comer. No pararíamos de ver mesones por todas partes, con el menú entrado en los 15eur, por lo que optaríamos por comernos un bocadillo. El único bar que pudimos encontrar 'de pueblo' estaba hasta la bola de viejetes, pero no tenían tortilla de patata. A mi se me había antojado que Cristina la probase, que creo que no lo había hecho todavía, y por tanto, habiendo bares tendría que existir la famosa tortilla de patatas. Como en éste lugar no encontramos, nos fuimos a otro 'más selecto' unos metros más adelante en el Camino, y viendo como era el que pensamos que era el dueño (y supuesto arquitecto-restaurador del mismo), pudimos entender por qué los del bar de viejetes no nos habían dicho que fuéramos a ése, jaja. Lo cierto es que delante de los clientes no se debieran de hacer cierto tipo de comentarios sobre la competencia. El descaro de éste hombre hizo que entendiéramos los motivos, pero a parte, estaban dando las noticias justo en ése momento, y en concreto hablaban de Obama y la pedofília existente en la Iglesia Cristina, y éste hombre sabiendo que éramos Peregrinos y sin saber hasta qué punto seríamos creyentes, machacó en demasía el tema religioso, mezclándolo con Obama no sabemos muy bien por qué, y bueno, que fue un pesao. Cristina y yo nos mirábamos con ésa mirada que ya habíamos adoptado para cierto tipo de personas, jajajaja, y sonreíamos, jajaja. En este sitio en un inicio tampoco tendrían tortilla de patata, pero su cocinero nos la hizo. Creemos que la camarera no había puesto en su vida un bocadillo de tortilla por cómo nos hizo entrega del mismo, pero bueno... nos la tomamos a modo pincho, y listo.

Dejando Molinaseca atrás, seguiríamos camino por asfalto prácticamente ya hasta llegar a Ponferrada. El Camino nos dejará ver viviendas no habitadas tan peculiares y antiguas como eran las de antaño... Y la famosa calle de las Mujeres, jajajaja. Esta calle sería aquélla por la cual sólo transitarían mujeres solas, en pareja o en grupos con sus paraguas. Vimos pasar montones de ellas, dándose una vuelta, y a un grupo de cuatro les tuve que preguntar: "Disculpen señoras. ¿Por qué por esta calle sólo transitan mujeres?" Ellas, riéndose, me respondieron que porque en Ponferrada no había hombres, jajajaja. Todos nos reimos con su respuesta, jajaja.

Y de repente, algo que nos sorprendió: "El Camino de Santiago de Invierno", que se desmarcaba del Camino principal, lo que nos obligó a preguntar a un viandante: "Señora, ¿Qué diferencia hay entre el Camino de Invierno y el de siempre?", y su respuesta fue "El de Invierno no pasa por toda Ponferrada, va por sendero y te ahorras 4km", por lo que en ése mismo punto decidimos que al día siguiente no iríamos 4km por asfalto, sino que tomaríamos el Camino de Invierno para ahorrarnos al máximo todo el asfalto posible. Acto seguido, nos dirigimos al Albergue Municipal, el supuesto único albergue de Ponferrada. Allí coincidiríamos con varias personas con las que ya habíamos coincidido en el Camino anteriormente, como los Canadienses, el italiano y el español, y demás personas agradables. No seríamos muchas las personas albergadas hasta ése momento. Sin embargo, sería a partir de las 20h cuando un exceso de peregrinos llegados de todas partes de España empezarían a entrar por la puerta, los nuevos peregrinos que el Viernes comenzarían a Caminar, llenando toda la capacidad del albergue.

El albergue en cuestión contaba con varias habitaciones. La nuestra en concreto tendría 3 literas en su interior. Esta noche nos tocó dormir con Yogui (llamado así por su sombrero de la policía canadiense, el mítico del guardabosques del Oso Yogui, jaja) justo encima mío. Encima de Cristina dormiría el francés, un hombre que sabía algo de inglés, pero nada de español pero agradable dentro de lo que cabe. Y en la otra litera dormiría un hombre mayor, y encima un asiático-americano de unos 28-30 años de Chicago, nuevo peregrino que llevaba viviendo un año en Madrid trabajando como profesor de inglés (me dió la sensación de que clases particulares) muy simpático, muy agradable y con muchísimas ganas de hacer el Camino, y como le dije a Cristina, con el cuerpo al que me gustaría llegar como meta en el Gim, jaja, que para dejarlo por aquí puesto... delgao y con brazo/hombro/espalda marcadas.

Esa noche fuimos a un Gadis a comprar. Lo cierto es que Cristina nunca había probado un montón de cosas, por lo que le dije que la mayoría de las cosas no eran típicas de cenas, pero sí eran típicas de España, como la Cuajada, o el Queso de Burgos y el Membrillo. Así que ésa noche cenamos queso de burgos con membrillo (un montón, todo hay que decirlo, jaja), y al día siguiente desayunaríamos la cuajada junto con otras cosas que habíamos comprado para tal.

viernes, 16 de abril de 2010

Etapa 4: de Astorga a Foncebadón

El desayuno para hoy lo compramos ayer. Creo que fue a base de madalenas y galletas con leche y colacao para ambos. A Cristina tampoco le gustaba el café. Paco, el hospitalero, desayunó con nosotros y ya nos despedimos y comenzamos etapa.

El día prometía lluvia, por lo que nos pusimos los pantalones de agua, el chubasquero y las botas. Hicimos bien, pronto empezaría a llover.

Terminar de atravesar Astorga significaría cruzarnos a nuestro paso con chavales yendo a clase. Aquí le hice la broma a Cristina comentándole que podríamos 'reirnos' con un JaaJaa a lo Nelson (de los Simpson's) al próximo grupito que viéramos. No vimos ninguno más, jaja.

Terminar de cruzar Astorga sería como es obvio por asfalto, pero en nada estaríamos en camino de gravilla, tan pronto como llegásemos a estar inmersos en la nada. Tranquilidad, soledad, naturaleza viva y pura... este tramo es precioso. Aledaños a una carretera local la cual estaban cubriendo con asfalto nuevo sólo en aquéllas zonas que así lo necesitasen, continuamos caminando por el camino paralelo para viandantes. Estaríamos en el municipio de El Ganso.

Y pronto llegaríamos a Rabanal del Camino, atravesándolo por su calle principal, contemplando viviendas muy bien restauradas, típicas de pueblo, como con deseo de tener un buen pueblo. Este sería el final de etapa de muchos, no del nuestro, por lo que nos tomaríamos unas merecidísimas claras con limón, producto que Cristina nunca había probado, por lo que como fui a pedir yo, pedí las jarras de medio litro, jaja. Al poco, gente se iba incorporando a nuestra mesa. Se quedarían aquí a comer el tan ansiado Cocido Maragato, que es como el madrileño pero éste basado en 10 tipos de carnes diferentes, y donde el precio oscila entre 18 y 20eur por persona. Eso sí, te garantizan que terminas empachao, y que si te quedas con hambre, te dan más sin precio a añadir. Nosotros nos quedamos con las ganas de comerlo. Lo cierto es que no nos hacía falta terminar empachaos.

Más adelante y saliendo de Rabanal, subiríamos un poco de monte, nos llovería claro está, jaja, pero pudimos disfrutar de unas preciosas y verdes vistas, figuras del camino como una fuente para ganado, barro, cesped húmedo...

Por fin llegaríamos a Foncebadón, lugar donde existen tres albergues según nos pudo decir el hospitalero de uno de ellos (dato que sabríamos más tarde). Éste nos comentó que teníamos para elegir entre el público, que tenía el techo hundido y por eso estaba cerrado, el parroquial (el Refugio Karczma, señalando al que nos fuimos a albergar) y uno privado llamado Monte Irago (que en adelante llamaremos el Hippie), que era donde él estaba. Como en los anteriores parroquiales siempre habíamos estado bastante bien, nos fuimos a ése. El hospitalero del Karczma nos atendió con humor que no supimos ver por nuestro cansancio y ganas de dejar las cosas.

A decir que el hospitalero del Hippie se había liado en la aclaración, jajaja. El privado sería el Refugio Karczma, que contaba con servicio de bar-restaurante, bastantes literas (10 camas por habitación) en el sótano, sin lavadora ni secadora, y sin cocina para peregrinos. El público-parroquial sería el que estaría cerrado por tener el techo hundido, y el Hippie sería el que al llegar al pueblo ves en su fachada lo siguiente (la foto está hecha al día siguiente):

No he visto las habitaciones del Monte Irago (el Hippie, llamado así por sus hospitaleros), pero tengo que recomendar al 1000% que los peregrinos se alojen en éste albergue. El motivo es una mayor cercanía de los hospitaleros con los peregrinos, una mayor cercanía de los peregrinos con los peregrinos, tienda, buenos precios, gente muy muy amable, y que directamente ellos te dicen que no buscan hacer negocio con esto, sino vivir. Aquí nos hubiéramos quedado seguramente de haber sabido que el parroquial estaba hundido, y así se lo dije a los hospitaleros, que cuanto menos eran encantadores y muy abiertos todos (por la mañana eran mujeres). Yo les compré la cena de ese día, que consistiría en 200gr de salchichón, de jamón, de queso, y de chorizo, junto con 4 trozos de pan de pueblo. Al decirme ellos que el del albergue del otro lado lo más seguro es que no me dejasen comer eso allí, me permitieron cenar en su albergue, y así lo hicimos. El hospitalero nos invitó a media jarra de vino y al postre (casero al 100% y riquísimo. Dejamos propina de 2eur). Al día siguiente dijimos que desayunaríamos allí. Realmente nos sentimos (no por las invitaciones) muy muy cómodos en ése albergue. Mucha cercanía y acogedor, más que ver púramente el Negocio del Camino. A parte, el Hippie contaba con servicio de lavadora, secadora, y Yoga!!! Supongo que ésto último dependerá del hospitalero que esté.

Del albergue donde dormimos, no tengo queja salvo lo de la secadora, que no había, y los sitios para tender estaban todos fuera, salvo un tendedero para los 20-30 peregrinos que allí estábamos, y los radiadores hasta arriba de ropa y botas. Dormir dormimos bien, pero ahora que recuerdo, había pocos enchufes. Bueno, sinceramente, fue una buena etapa.

jueves, 15 de abril de 2010

Etapa 4: de Hospital de Órbigo a Astorga

Esa noche, aunque escuché algún ronquido por caérseme un tapón de un oído, lo hice bastante bien. A las 7 de la mañana, Cristina me despertó como habíamos acordado la noche anterior. Al recoger mis cosas, de nuevo Carmen vino a mi pensamiento cuando metía el saco de dormir en la funda, jajaja. ¡¡¡Fiuuuhhh!!! ¡¡¡En dos minutos el saco metido!!! jajajaja.

Salir del pueblo significaba cruzar varias granjas, una de ellas vacuna, pero juraría que en el Camino escuchamos a las ovejas cantar, y olimos las mierdas de los cerdos, jajaja. Cuando Cristina me pase las fotos subiré a este blog la que me hice con las vaquillas que pongo en la siguiente foto, una de ellas casi devorándome la mano, jajajaja.

El Camino transcurrirá por camino de gravilla. Pasaremos por 'monumentos' en medio de la nada dedicados a los peregrinos, hechos seguramente por otros peregrinos o lugareños, sitio obligado para hacerse la foto, jaja.

El resto del paisaje lo veremos seco como para poder caminar perfectamente en zapatillas de deporte, pero húmedo como para ver el entorno con un color especial, un olor especial, y un sonido natural. De hecho, pasaremos por varios mini lagos ocasionados a causa de las constantes lluvias. Las tierras por las que pasábamos eran de cultivo estando todavía empezando a renacer la vida en ellos; Pero no todo era tierra llana. La naturaleza en sí también jugó un importante papel dejándonos ver árboles y arbustos llenos de líquenes, teniendo una imagen chulísima ante nosotros, y que os dejo para disfrute. Es una pena que una fotografía no muestre lo que yo vi:

Tras estos paisajes, llegaríamos a Astorga. Aunque la flecha del Camino siempre es la misma, el mundo del negocio obliga a que los empresarios intenten confundir al peregrino con tal de conseguir que éstos lleguen a sus Albergues. Estuvimos dubitando unos segundos sobre hacia dónde ir en determinadas ocasiones pero los lugareños supieron ayudarnos adecuadamente. Subir al centro del pueblo supone pasar por una pequeña zona industrial, unas pocas Iglesias bien conservadas, unos yacimientos con un empedrado de antaño de los que ya no se hacen precioso, calles renovadas y los principales lugares del pueblo, como fueron dos plazas (una de ellas la de los Maragatos) que en ése momento había mercadillo, y por supuesto, todas las tiendas del Reino del Chocolate. Dejo unas fotografías de Astorga para disfrute:

Una fábrica de chocolate exactamente no se encontrará en la propia ciudad. Cientos de tiendas anunciándotelo sí. Un lugareño nos comentó que el Chocolate Alonso y La Mallorquina eran chocolates y mantecados de Astorga de toda la vida. Otras marcas podrían ser de otra parte. Por ello, nosotros fuimos fieles a la tradición y compramos chocolate en abundancia de Alonso, y mantecados (para cenar) de La Mallorquina.

Astorga cuenta con dos monumentos esenciales de visitar en el pueblo: La catedral y la Casa del Obispo, hecha por Gaudí. Yo quería ver ambas y sacar mil fotos, pero los horarios nos marcaban sólo un par de horas de disfrute en éstas. A parte, decidimos pagar un albergue para dejar las mochilas y hacer ésta visita sin cargas. En ese albergue no nos cobraron nada por dejar las mochilas por nosotros decirles que luego continuaríamos viaje hasta El Ganso. Fueron muy amables y nos comentaron que el Albergue de El Ganso abría puertas el 27 de Marzo, que por tanto, todavía seguía cerrado, por lo que ello marcó un fin de Etapa en Astorga, y nos quedamos en ése mismo albergue, que no era ni el municipal ni el parroquial, sino uno frente a la Catedral, muy limpio, muy agradable, con una chimenea grande en la sala de estar, muy bien acondicionada en cuanto a cocina se refiere, y con servicio de masajes al final de la tarde, oficiado por un fisio nada que ver con el Albergue.

Ya de una forma más relajada para disfrutar de Astorga, nos tomamos unos vinos en un bar con vistas a la Casa del Obispo, visitamos la Catedral, y la obra de Gaudí. Dejo unas fotos de la Catedral...

... y de la Casa del Obispo.

El interior de la Catedral se podía ver por un módico precio simbólico (el cual pagamos) al igual que la Casa de Gaudí, surgiendo la diferencia entre uno y otro en que en la Catedral sí permitían hacer fotos, y dentro de la vivienda del Obispo no. Realmente recomiendo ver ambos. La Catedral además cuenta con una zona de museo bastante chula para aquéllos que les guste la historia y el arte. Pondría algunas fotos de la Catedral, pero me quedé sin batería y las hice con la cámara de Cristina. ¡¡A ver si me las pasa!!

Por cierto, una vez ya en el albergue, cenamos con Paco (el hospitalero) y otra jóven madrileña que empezaría al día siguiente a Caminar. Paco nos había comentado que llevásemos algo para la cena, y que él aportaría también algo, tomando todos de todo. Nosotros compramos dos sobres de sopa, y comida suficiente como para hacer una buena ensalada para 4 personas, y llevamos los mantecados como postre. Paco aportó comida de un restaurante aledaño que sobraría de la cena y la cual le daban gratis siempre (supongo que a cambio de éste hacer publicidad sobre el restaurante, publicidad que nos dió en forma de descuento para comer o cenar en él si quisiéramos, cuando nos registramos en el albergue. A decir el precio del menú en ése restaurante: 12eur). Él aportó lentejas y estofado de albóndigas. Las lentejas estaban en su punto y deliciosas; las albóndigas no las pude probar, simplemente volaron. La joven madrileña creo que no aportó nada, pero... en el Camino realmente todo da igual, lo importante es la compañía y las ganas de pasar un buen rato.

Decir también que tuvimos que cenar en dos turnos, jaja. Cristina, la madrileña y Paco en una primera tanda, y yo en compañía de la madrileña y Paco en la segunda, debido a que nos habíamos comprometido con el fisio del albergue a que me diera un masaje en la espalda completo y fuerte (5eur/30min), y cristina un masaje en los pies (Masaje de pies: 4eur/20min). ¡¡Los dos salimos como nuevos!! ¡¡Menudos dedos mágicos!!