lunes, 26 de abril de 2010

Etapa 4: de Ponferrada a Villafranca del Bierzo

La noche fue cojonuda. Yogui no paraba de roncar, y cuando paraba, empezaba el otro viejete. Ni los tapones para los oídos sirvieron de mucho, pero bueno... una noche más, jajaja.

Este día sería aquél en el que Carmen, Ruth, Laury, Belchí y Ángel habrían llegado a las 4:30 de la mañana a Ponferrada, y habríamos quedado en que saldríamos juntos desde aquí, por lo que cuando me hube despertado a las 6:30 de la mañana (gracias a Yogui) me puse en contacto con mi gente. Cuál sería mi sorpresa que todavía no habrían llegado. Carmen fue la encargada de decirme que dos trenes de mercancías habían chocado y que por tanto, continuase hasta Villafranca, y que allí nos veríamos. Su Camino comenzó mal. Un viaje Madrid-Ponferrada de seis horas en un tren-hotel se convertiría en uno de más de 12. Y con ellos, todo el tren en sí eran peregrinos. ¡¡Pobrecitos míos!!

Sabiendo que no desayunarían con nosotros, Cristina y yo nos sentamos en los únicos sitios libres al efecto, es decir, con el americano que había dormido en nuestra habitación y con su otro compañero también americano. Lo cierto es que su desayuno nos sorprendió dado que sólo era avena; avena a palo seco, cogido a puñaos y directo a la boca. Les ofrecimos de lo que teníamos, pero no querían. ¿Nuestro desayuno? Leche con colacao, cuajada, membrillo, croasanes, pan, mantequilla y mermelada creo. De ellos sabríamos que tenían interés en hacer 40km diarios, que querrían llegar hasta Pereje (el siguiente pueblo a Villafranca, 4km más allá) en ésta etapa, que habrían venido realmente como si de verano se tratase (sin abrigo, sin chubasquero, sin forro polar, sin ni siquiera una sudadera, y con un paraguas, jaja) por entender que en ésta época del año haría una temperatura media de 22º, cuando realmente estábamos en temperaturas oscilantes entre los 3 y los 10º según al AEMET, pero bueno... esta sería una gran experiencia para ellos. No les volveríamos a ver en el Camino.

Cuando nosotros terminamos de comer, dejamos las sobras de nuestro desayuno que tal vez otra persona pudiera comerse, y nos pusimos en marcha. Nada más salir del albergue, a llover!!! Por lo que si íbamos a salir las 8:15 de la mañana, terminamos haciéndolo a las 8:30 entre que nos poníamos los pantalones de agua, el chubasquero, las botas y los guetres, pero no nos importaba porque al fin y al cabo nos íbamos a ahorrar los 4km de asfalto que se estaba chupando todo el mundo.

Mientras veíamos cómo todos los peregrinos se metían en Ponferrada, nosotros nos dirigíamos hacia el Camino de Santiago de Invierno, con una sonrisa muy amplia en la cara. Y por el margen izquierdo del río, empezamos a subir sendero, divisando lo gigantesco que Ponferrada es. Véiamos flechas en el Camino por lo que continuábamos tan felices. Lo cierto es que en varios tramos de subida veía que necesitaba tener mi momento explosivo de meterme la cuesta a tope, a mi nivel de marcha para ponerme a prueba. Estaba sanísimo de los pies, y tenía unas ganas bárbaras de reaccionar de esa forma. Cuando me quise dar cuenta, había dejado a Cristina atrás, jaja, ¡¡No mucho!! jaja.

Pasar por aquí nos gustó bastante. Todo era camino rollo sendero, veíamos pisadas y huellas de caballo, atravesamos un trozo de camino donde daba la sensación de que nos metíamos por debajo de la horizontal de la tierra, como en una cueva de techo las ramas de los diferentes árboles de la zona, realmente bonito. Esta belleza no se va a ver tan bien reflejada en una foto como la vivimos, pero ahí os la dejo:

Finalmente, entraríamos en un pueblo sin nombre, rodeado de pequeñas villas (chalés sueltos, con su mediana porción de jardín), y montones de perros sueltos de todos los tamaños y razas, amigables ¡¡Claro!!

Cuando no sabíamos por donde tirar, los vecinos de la localidad donde anduviéramos nos intentaban ayudar en la medida de todo lo posible. A medida que íbamos siguiendo el Camino, el ver que en ningún momento nos metíamos en ninguno de los pueblos que me tendrían que sonar del Camino, más extrañado iba, hasta que empezamos a subir carretera entrando y saliendo de Priaranza del Bierzo, y ya por fin al ver a un hombre caminar por la calle, le tuve que preguntar: "Disculpe, ¿Estamos en el Camino de Santiago?", respondiéndome, "Sí, sí lo estáis. Seguid recto la carretera, que es por ahí", a lo que le pregunto, "¿Y por aquí llegamos a Villafranca del Bierzo, no?" Bueno, su cara se quedó como la mía al decirme que NO. ¡¡¡No estábamos en el Camino adecuado!!! ¡¡Nos teníamos que haber comido los supuestos 4km de asfalto!! Desde aquí hago un llamamiento a esas personas que no tienen ni puta idea de las cosas, a que no digan lo primero que les viene a la cabeza cuando alguien les pregunta por algo, si no lo saben.

Habíamos estado caminando 3h y media a una media de 4km por hora, por lo que nos habíamos desviado entre 12 y 15km (del plano, lo que hay en rojo) frente al Camino que iba a Villafranca del Bierzo (en amarillo). Lo que el hombre nos recomendó fue volver a Ponferrada y partir desde ahí, pero no podíamos volver para atrás y hacer otros 15km de vuelta, más lo que esta etapa suponía, 24km más. Por ello, le propuse a Cristina algo que tampoco había hecho en su vida, jaja, autostop mientras íbamos bajando en la misma localidad de Priaranza del Bierzo. Tuvimos la suerte de ver a unas mujeres salir de un consistorio municipal, y una de ellas se dignó a llevarnos al Cruce del a CL-636 con la N-VI (en azul) dado que más allá se desviaba de su camino y tenía prisa. Fue todo un detalle y más que suficiente por nuestra parte que nos dejara ahí, y desde luego, todo un detallazo. La señora nos contó que ella había hecho muchísimas veces autostop durante su vida, y que entendía nuestra postura. A parte, éramos peregrinos salidos del Camino, que buscábamos simplemente volver al Camino. Lo dicho, la estaremos eternamente agradecidos. Por ella nos enteramos de que El Camino de Invierno es una alternativa a O'Cebreiro, dirección Las Cédulas, proyectado hacía un año, pero todavía sin identificar oficialmente en ningún lado. Eso sí, en el Camino con sus correspondientes flechas del Camino de Santiago, y en ninguna parte ningún cartel anunciándote la estratagema.

Una vez en éste cruce, nos dijo cómo debiéramos de ir para no perdernos, pero en el camino nos encontramos con un viandante, el cuál nos acompañó cerca de 45min hasta llegar a Camponaraya. Este hombre era otro de esos de los que tanto Cristina como yo entendíamos como un pesao, jajajaja, nuestras caras lo decían todo, jajajaja, pero bueno, el hombre al menos nos 'metió' en el Camino de nuevo, así que, de agradecer.

Ya en Camponaraya, decidimos parar para comer algo y nos metimos en el primer bar que vimos, en la plaza del pueblo. Allí nos pedimos una ración de patatas ali-oli, y... ¡¡¡Dios!!! Qué pedazo de ración y a qué precio!!! Tal y como le dije a Cristina, si nos hubieran servido éso tan realmente bueno en Madrid, nos hubieran cobrao 12eur en vez de los 3.5eur que nos cobraron. Y a la camarera (dueña del sitio) le dije que bueniiiiiiisimo el ali-oli, suave y muy muy bueno. No puedo decir qué sitio fue, pero lo recordaré eternamente.

Esta anécdota del día quedará en nuestras cabezas para siempre, porque no estábamos para fotos, y no paraba de llover, jaja. Recuerdo que Cristina, simplemente por no parar y seguir, se estaba empapando la cabeza entera cuando íbamos andando con el pesao del viandante cruzando el polígono industrial de Camponaraya, a lo que al darme cuenta simplemente me volví y se la puse yo, y le dije que había que taparse, que no teníamos prisa en el Camino, pero había que terminar bien.

Aquí les conté nuestra experiencia a mis pobres del tren, jaja. Su experiencia estaba siendo demoledora. Todavía no habían llegado a Ponferrada, pobres... Y esta fue la única parada que hicimos en el Camino. Desde Camponaraya en adelante la mayor parte del tiempo será entre asfalto y camino de gravilla. Con los pies ya molestos y llegando a Pieros, decidimos descansar ante la caida una intensa lluvia en una parada de autobús de ésas que son totalmente cerradas y secas. El grupo de senderismo ya habría llegado a Ponferrada y estarían a punto de coger el bus con destino Villafranca del Bierzo. De hecho, en el exacto momento en el que pasaban por nuestra la parada vi el bus de mi gente pasar. Yo estaría en la acera de en frente a la parada, en lo alto del desnivel de terreno recién salido de una llamada excepcional de la naturaleza, jajajajajaja, dado que Pieros son 10 casas al lado de una calle, pero ningún bar, ni ningún sitio donde poder usar el baño, jaja. Cristina estaría descansando los pies dentro de la parada de autobús, esperando mi llegada para continuar Camino.

Tras varias llamadas entre mi gente y nosotros, ellos que habrían llegado primero a Villafranca cogerían sitio en el Albergue La Piedra, y allí nos estarían esperando. Nosotros tardaríamos todavía 1h estimada en llegar a Villafranca, pero ya estábamos allí.

Y desde el punto donde nos hicimos la foto, todavía nos quedaría 1km para llegar al Albergue, que de coña entre Cristina y yo nos decíamos... '¿a que se han cogido el último albergue del pueblo?' jajajajaja...

Veníamos destrozados y para colmo del pueblo sabíamos que tendría asfalto y acera, pero... un empedrao destroza pies en una cuesta abajo bastante empinada era justo la sorpresa para que los pies sintieran Villafranca del Bierzo, jaja. Empezamos a cruzar el pueblo; veíamos albergues, viviendas, tiendas... cruzamos la plaza mayor del pueblo, varios supermercados... y le decía a Cristina, '¿a que se han cogido el último albergue del pueblo?', jajaja. Preguntamos a la gente: "Por favor, ¿el Albergue La Piedra?"... "Os lo habéis pasao, está para arriba". "No puede ser señora, nos han dicho que está para abajo." "Es que hay dos, y ahora no sé a cual queréis ir" me respondía. Lo dicho, que siempre es mejor callarse cuando uno no tiene ni puta idea. Con todo, seguimos para adelante. Decir que el pueblo no era muy grande, pero por la situación en la que estaba entre laderas de montaña, un río de anchura importante cruzándolo, subidas y bajadas importantes de calles... Total que cruzamos el río y volvimos a preguntar a una chica que caminaba por la calle: "Por favor, ¿el Albergue La Piedra?" "Venís de él, tenéis que cruzar el puente de vuelta y por allí preguntad porque si os lo digo yo os voy a liar." "Perdona, pero nos han dicho que está a éste lado del puente." "¿A sí? Pues lo mismo me estoy equivocando yo. Vamos a preguntar en la Ferretería." Bueno, preguntamos en la ferretería regentada por un matrimonio en muy avanzada edad, y mietras la mujer nos mandaba a Parla, el marido nos mandaba a Londres, y finalmente hicimos caso al marido, el cual era el único que nos mandaba al final del pueblo, lugar donde ya habíamos predicho que mi grupito se metería. Y efectivamente, ¡¡acertó el buen hombre!! Llegamos al Albergue, y lo primero que te encuentras son unas fabulosas escaleras para subir a la primera planta, para fichar. Y ¿¿dónde estarían mis compañeros madrileños?? En la última planta del Albergue, en la tercera!!! CABRONES!!!!! jajajajajajaja, y así se lo dije: "(con sonrisa) Joder!!! El último albergue del pueblo, pero además, en la última planta... ¿no había más plantas? jajaja"

El albergue sería en cambio perfecto. Privado (10eur) pero nuevo, con internet por donación (para mi gratis, jaja), con Conan como perro protector jaja, con muy buen estado de las camas y habitaciones, y buena distribución: en la planta baja, la salida; en la primera planta, internet, la cocina (con vajilla y enseres), y una pequeña sala de estar; en la segunda, habitaciones y dos baños; y en la tercera, una habitación común con muchas más literas. Nosotros seríamos en total 7 personas. Seguramente por eso mi gente habría cogido ésta planta como la opción para dormir.

Ellos estaban destrozados pero tan emocionados como nosotros de ya estar allí. Mientras Cristina y yo nos duchábamos y cambiábamos de ropa, ellos se irían a por la cena. En la cocina cupimos en dos mesas separadas, pero tener ya a mi gente ahí fue cojonudo, jaja.

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