viernes, 16 de abril de 2010

Etapa 4: de Astorga a Foncebadón

El desayuno para hoy lo compramos ayer. Creo que fue a base de madalenas y galletas con leche y colacao para ambos. A Cristina tampoco le gustaba el café. Paco, el hospitalero, desayunó con nosotros y ya nos despedimos y comenzamos etapa.

El día prometía lluvia, por lo que nos pusimos los pantalones de agua, el chubasquero y las botas. Hicimos bien, pronto empezaría a llover.

Terminar de atravesar Astorga significaría cruzarnos a nuestro paso con chavales yendo a clase. Aquí le hice la broma a Cristina comentándole que podríamos 'reirnos' con un JaaJaa a lo Nelson (de los Simpson's) al próximo grupito que viéramos. No vimos ninguno más, jaja.

Terminar de cruzar Astorga sería como es obvio por asfalto, pero en nada estaríamos en camino de gravilla, tan pronto como llegásemos a estar inmersos en la nada. Tranquilidad, soledad, naturaleza viva y pura... este tramo es precioso. Aledaños a una carretera local la cual estaban cubriendo con asfalto nuevo sólo en aquéllas zonas que así lo necesitasen, continuamos caminando por el camino paralelo para viandantes. Estaríamos en el municipio de El Ganso.

Y pronto llegaríamos a Rabanal del Camino, atravesándolo por su calle principal, contemplando viviendas muy bien restauradas, típicas de pueblo, como con deseo de tener un buen pueblo. Este sería el final de etapa de muchos, no del nuestro, por lo que nos tomaríamos unas merecidísimas claras con limón, producto que Cristina nunca había probado, por lo que como fui a pedir yo, pedí las jarras de medio litro, jaja. Al poco, gente se iba incorporando a nuestra mesa. Se quedarían aquí a comer el tan ansiado Cocido Maragato, que es como el madrileño pero éste basado en 10 tipos de carnes diferentes, y donde el precio oscila entre 18 y 20eur por persona. Eso sí, te garantizan que terminas empachao, y que si te quedas con hambre, te dan más sin precio a añadir. Nosotros nos quedamos con las ganas de comerlo. Lo cierto es que no nos hacía falta terminar empachaos.

Más adelante y saliendo de Rabanal, subiríamos un poco de monte, nos llovería claro está, jaja, pero pudimos disfrutar de unas preciosas y verdes vistas, figuras del camino como una fuente para ganado, barro, cesped húmedo...

Por fin llegaríamos a Foncebadón, lugar donde existen tres albergues según nos pudo decir el hospitalero de uno de ellos (dato que sabríamos más tarde). Éste nos comentó que teníamos para elegir entre el público, que tenía el techo hundido y por eso estaba cerrado, el parroquial (el Refugio Karczma, señalando al que nos fuimos a albergar) y uno privado llamado Monte Irago (que en adelante llamaremos el Hippie), que era donde él estaba. Como en los anteriores parroquiales siempre habíamos estado bastante bien, nos fuimos a ése. El hospitalero del Karczma nos atendió con humor que no supimos ver por nuestro cansancio y ganas de dejar las cosas.

A decir que el hospitalero del Hippie se había liado en la aclaración, jajaja. El privado sería el Refugio Karczma, que contaba con servicio de bar-restaurante, bastantes literas (10 camas por habitación) en el sótano, sin lavadora ni secadora, y sin cocina para peregrinos. El público-parroquial sería el que estaría cerrado por tener el techo hundido, y el Hippie sería el que al llegar al pueblo ves en su fachada lo siguiente (la foto está hecha al día siguiente):

No he visto las habitaciones del Monte Irago (el Hippie, llamado así por sus hospitaleros), pero tengo que recomendar al 1000% que los peregrinos se alojen en éste albergue. El motivo es una mayor cercanía de los hospitaleros con los peregrinos, una mayor cercanía de los peregrinos con los peregrinos, tienda, buenos precios, gente muy muy amable, y que directamente ellos te dicen que no buscan hacer negocio con esto, sino vivir. Aquí nos hubiéramos quedado seguramente de haber sabido que el parroquial estaba hundido, y así se lo dije a los hospitaleros, que cuanto menos eran encantadores y muy abiertos todos (por la mañana eran mujeres). Yo les compré la cena de ese día, que consistiría en 200gr de salchichón, de jamón, de queso, y de chorizo, junto con 4 trozos de pan de pueblo. Al decirme ellos que el del albergue del otro lado lo más seguro es que no me dejasen comer eso allí, me permitieron cenar en su albergue, y así lo hicimos. El hospitalero nos invitó a media jarra de vino y al postre (casero al 100% y riquísimo. Dejamos propina de 2eur). Al día siguiente dijimos que desayunaríamos allí. Realmente nos sentimos (no por las invitaciones) muy muy cómodos en ése albergue. Mucha cercanía y acogedor, más que ver púramente el Negocio del Camino. A parte, el Hippie contaba con servicio de lavadora, secadora, y Yoga!!! Supongo que ésto último dependerá del hospitalero que esté.

Del albergue donde dormimos, no tengo queja salvo lo de la secadora, que no había, y los sitios para tender estaban todos fuera, salvo un tendedero para los 20-30 peregrinos que allí estábamos, y los radiadores hasta arriba de ropa y botas. Dormir dormimos bien, pero ahora que recuerdo, había pocos enchufes. Bueno, sinceramente, fue una buena etapa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario