miércoles, 28 de abril de 2010

Etapa 4: de Piedrafita a Triacastela

A las 7 de la mañana nos empezamos a despertar. ¡¡¡¡Cualquiera salía del saco!!!! jajaja, ¡¡¡qué friazo!!! Pero había que salir y ponerse en marcha, y así lo hicimos. Tuvimos que llamar a un taxi para que nos subiera a O'Cebreiro de nuevo, el cuál tuvimos que coger de nuevo en dos turnos. Una vez arriba, desayunar en un bar y partir hacia Santiago. La necesidad de algo calentito me obligó a pedirme un colacao en tamaño de vaso de sidra y unas tostadas en pan de pueblo. hmmmmm... qué bien entró, jaja.

O'Cebreiro tendría una manta de nieve cubriéndolo todo, salvo la parte ya pisada del Camino por otros peregrinos. Nosotros iríamos en ascenso detrás del grupo de 17 jóvenes con los que habríamos compartido 'alojamiento' la noche de antes. A buen ritmo, dado que caminar por la nieve no es tarea fácil y menos en ascenso, llegaríamos a pensar en nuestro grupo que no estábamos yendo por el Camino correcto. Por ello, y dada mi capacidad para ascender como un torpedo (jajaja) me adelanté para garantizar el trayecto. Realmente había algo que no era normal; Estaba caminando por un Camino de nieve virgen. Nadie había pasado por ahí antes, pero inmediatamente unos metros más allá vi la marca del Camino en uno de los árboles, por lo que no haría falta dar marcha atrás. Y cuando hubiésemos alcanzado el final del arbolado nevado, empezamos a descender.

Una señal de carretera nos indicaría que 20km nos distanciarían de Triacastela, pero los peregrinos sabemos que sin ir por carretera siempre hacemos más km. Nuestra siguiente meta de momento consistiría en alcanzar el Alto de San Roque, a 1270m de altitud. No fue tarea dificil, sin embargo fue bastante grata junto con otros peregrinos adelantándonos a caballo.

Comenzaríamos pues el ascenso al Alto do Poio desde el Hospital de la Condesa. No sería muy laborioso a menos que alguien viniera ya cansado. Realmente, para mi fue como chupar un caramelo. Al llegar arriba, un bar repleto de peregrinos acamparía en forma de terracita al aire libre, y desde uno de los salientes del Alto, divisaría a mis compañeros venir por detrás, cada uno a su ritmo, sin prisa pero sin pausa. Tras la subidita y un breve descanso, continuaremos Camino hacia Fonfría. Lo cierto es que por aquí pasa el transporte público, y una marquesina del año de la polca patrocinada por Caixa Galicia nos lo indicaría. No sé cada cuanto tiempo pasará el autobús, pero para todo viandante, se agradece encontrar una marquesina donde sentarte y resguardarte de la lluvia. Dejando la parada de autobús atrás, nos adentraremos en un pueblo hecho a base de piedra y pizarra rodeados de campos cercados por muro y valla, divisando un paraje verde excepcional, el cual iniciaríamos en breve a descender hacia Triacastela.

Para ello, bajaríamos por el Monte Calderón (Lugo) atravesando O Biduedo, Filloval y Ramil, hasta llegar a Triacastela. En nuestro Camino, mucha agua bajando con nosotros, pisando mucho barro, oliendo mucha mierda (jajaja), todo muy natural, todo muy de pueblo, muy puro, disfrutando de las maravillas paisajísticas y el ganado vacuno de la zona. Sería en Ramil donde un lugareño entrado en edad empezaría una conversación interminable pero acogedora con Ruth al tiempo que el resto nos quitaríamos las botas durante un momento. Al término entre ambos, terminaríamos por llegar a Triacastela, donde nos alojaríamos muy cerca del km0 de Lugo, en el Albergue Aitzenea, una vivienda con un pequeño comedor en la planta baja, con una minicocina en la planta superior, un baño compartido para ambos sexos, y varias habitaciones con un buen número de literas. Nosotros habríamos reservado sitio para este Albergue dada la experiencia de O'Cebreiro, y así lo haríamos para los siguientes Albergues. En éste en concreto, dado que éramos 7 personas, tendríamos los 7 nuestra propia habitación. Debido a que tres señoras estaban deseando quedarse con nuestra reserva en caso de no llegar nosotros o quedarse 'en la calle', Ruth propuso que podrían dormir en el suelo de nuestra habitación, cosa que tras ver que en la habitación estaríamos 10 personas realmente justos, les propondríamos mudarse a otras habitaciones donde el suelo era superior en metros cuadrados, aunque finalmente, terminarían durmiendo en el comedor.

En este pueblo unos iríamos a comprar la cena y el desayuno del día siguiente, y otros decidirían que cenarían en un bar-cafetería del pueblo, lugar donde al día siguiente desayunarían. Y así vino a ser, añadido con que esa noche habría futbol y estaría el bar repleto de seguidores. Normal!!! El bar contaba con una tele gigante, jaja.

Por otro lado, el albergue contaba con una lavadora y una secadora. El dueño del albergue se encargaba de poner la lavadora y la secadora, y dada la cantidad de gente que éramos allí, no pudimos poner todas las lavadoras que necesitábamos que podrían ser perfectamente tres. El caso es que sí pudimos poner una, y de esa una... no nos devolvieron toda nuestra ropa. Suponemos que algo se quedaría en la lavadora.

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